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29 nov 2009
Hermanus, primera parada dentro de la "Ruta Jardín"...

Hermanus, primera parada dentro de la "Ruta Jardín"...

La belleza costera de la Ruta Jardín...
Bueno, ya un poco más ordenados, lo primero es contar que por fin, el piloto para México esta terminado y ya fue enviado a Buenos Aires. Las sensaciones sobre este proyecto están divididas. Por momentos, pensamos que el piloto es una especie de Montaña Rusa que nos puede regalar lindas sensaciones, y por momentos sentimos que si algo de todo ello, llega a salir al aire, nos tenemos que hacer operación facial e irnos a vivir a China. Lo importante es que se terminó y que ahora viene otra cosa: el ocio.

Para llegar a nuestra siguiente etapa denominada: “No quiero hacer una goma y quisiera parar de hablar en inglés antes de convertirme en uno de esos gringos universitario que gritan todo el día” tuvimos que atravesar una buena cantidad de complicaciones. La primera fue enviar el material por correo hacia Argentina, algo que parecía sencillo y terminó resultando complicadísimo.

Hubo que llenar cuatro veces un mismo formulario que al final no nos servía, hablar con muchas personas que nos decían cosas muy diferentes (o que por alguna barrera idiomática no entendíamos), para al final de tanto esfuerzo y pérdida de tiempo, entender que la mejor opción para que el material llegue muy rápido, era salir corriendo hacia el aeropuerto, donde para colmo nos recibió un empleado tartamudo, que no contento con ello, mezclaba además el afrikaans y el inglés, de modo tal que no se le entendía absolutamente nada. Sólo voy a agregar que nos quedaban diez minutos antes de perder el vuelo del día y este señor seguía tartamudeando.

Pasado el episodio, luego de unas siete horas de corridas repitiendo:“No te la puedo creer”, logramos completar ésta etapa del viaje que era lo único que nos separaba del ocio y la tranquilidad. Queríamos continuar viaje, pero el día ya tenía su murra encima y para salir de Ciudad del Cabo tuvimos todo tipo de problemas: grandes, medianos y pelotudos. La mayoría eran culpa nuestra, e incluso sabiéndolo, no lo podíamos cambiar.

Averiguamos tres diferentes opciones para movernos. La primera, el famoso Bazz Bus, medio de transporte puerta a puerta de backpacker en backpacker, que es caro, incómodo y te roba todo el azar propio de cada viaje. La segunda: alquilar un auto en el que no entrábamos, que no podíamos devolver en la ciudad adonde íbamos, y que de todos modos, no habían más disponibles; y la tercera: un sinfín de combinaciones en las que nadie confiaba, salvo yo, o sea, Pablo. La frase: “then you got to take the train up to…”, se repetía demasiadas veces en la misma explicación. Como era de esperar, no pudimos tomar ninguna decisión durante varias horas, salvo la de quedarnos un día más y salir al día siguiente.

Hermanus desde la costa...
Derrotados, tomamos fuerza para ir a hablar a la recepción y entrar nuevamente los trece bultos que tenemos. Así fue que muy rápidamente, pasamos de derrotados a pobres perdedores cuando escuchamos la frase “It´s full”. No lo podíamos creer, pero así fue que obligados a pensar y resolver, la solución apareció como por arte de magia, cuando nos pusimos a repasar los personajes que nos habíamos encontrado durante nuestra estadía. Teníamos mails y teléfonos hasta de policías, pero la decisión final fue llamar a Sulyvan, nuestro primer, y desde ahora, último amigo en Ciudad del Cabo.

Sacamos cuentas, hicimos un promedio a nuestro favor, y ofrecimos a nuestro mejor amigo por las próximas tres horas, el precio que más nos convenía. Parece que a él también le convenía, y entonces ahora sí, cargamos nuestro trece bultos, nos despedimos en varios idiomas, y por fin salimos de vacaciones. Se fue haciendo de noche en una combinación de hermosos paisajes montañosos y una costa interminable, y mientras todos dormíamos, alguno del equipo de producción charlaba muy animadamente de política con Sulyvan. El viaje fue estupendo y rápidamente pudimos ubicar lo que sería nuestro hogar por los siguientes días, el “Hermanus Backpacker”.

Era tiempo de bajar un poco, descalzarse y charlar sobre lo que nos había pasado hasta el momento. Entre la llegada y el compromiso con el piloto, no habíamos podido aterrizar del todo. Era momento de repasar los primeros errores y replantear nuevamente algunas cosas con el fin de maximizar y balancear los tiempos, recursos y humores de ésta aventura que muta a cada momento y nos abraza un poco más.

Entonces... hasta la próxima y que el ocio nos acompañe...

Pablo y Fede decidiendo qué no hacer...
19 nov 2009
Sudáfrica, llegada a Ciudad del Cabo... Primeras impresiones...

Sudáfrica, llegada a Ciudad del Cabo... Primeras impresiones...

Ciudad del Cabo desde Lion's Head...
Ahora sí, ¡estamos definitivamente en África!
Hace más de una semana que llegamos y todavía no pudimos acomodarnos con nada. Es increíble que en medio del caos de los primeros días hayamos podido grabar el piloto para México, y lograr ponernos a punto con el inglés. Fueron días apasionantes, con todos los colores y matices que estábamos esperando para una aventura como esta.

Paso de todo y para todos los gustos. Para empezar, hay que nombrar a Sulyvan, un gigante de gestos y sonrisa amable que nos llevó del aeropuerto a la ciudad “for free”, y nos mostró un poco de la ciudad desde sus propios ojos, para terminar este primer paseo en el mirador que marca la entrada al parque nacional Table Mountain, lugar desde donde pudimos obtener la primera panorámica de Ciudad del Cabo. Luego de todo esto, nos alcanzó hasta el centro, y nos abandonó en una realidad virtual difícil de explicar.

La primera percepción de la ciudad fue imponente. Ciudad del Cabo está rodeada por el océano Atlántico, mucha cultura muy extraña, callejones con gente que te grita cosas, negocios muy top que cierran muy temprano, un estadio mundialista y once idiomas oficiales, del cual el afrikans es el más usado y el que menos se entiende. Definitivamente no podemos relatar la cantidad de cosas con las que nos sorprendirmos en estos primeros días... supongo que todavía las estamos procesando... cada cual a su modo y a su tiempo.

En una pequeña fiestita montada en nuestra excursión a Lion's Head...
El primer lugar donde nos acomodamos fue un “backpacker” en la zona del Greenpoint, una zona por demás pulcra y cuidada, y relativamente cerca del centro. Las habitaciones que ocupamos eran compartidas. La cocina era el lugar más interesante, que además de alimentarnos muy bien durante días de filmación que fueron agotadores, nos llenaron de anécdotas y conexiones los primeros días en el continente.Todos los detalles me parecían demasiado cuidados para la imagen que me había formado de África.  

Nos encontramos con los primeros europeos, canadienses y demás treinta nacionalidades que llevamos contadas hasta el momento. Como siempre, la llave para entrar en confianza nos la dio el Fernet, el dulce de leche y Diego Armando, una especie de triada infalible. Javier, un español de sesenta años, fue el primero en acercársenos. Siempre con un pucho en la mano, nos adornó con su compañía y sus historias de viajes. Durante los días que estuvo con nosotros no se canso de repetir: "Y pensar que yo vine a este Hostal a descansar y luego voy y los conozco a ustedes... ¡Joder!" Risas, café, rock y cigarrillos fueron la base de la relación con este entrañable español de camisa arrugada, pantalón de vestir y una onda imperdible.

Haciendo el piloto para México... el robo de la década...
Casi al mismo tiempo apareció en nuestras vidas Marco. Italiano de Sicilia, treinta y siete años, que llevaba tres años viajando adonde el viento osara llevarlo, decidión que había tomado después de haber sufrido un paro cardíaco por stress. El tipo un día explotó, vendió todo lo que tenía, y con la cuenta más abultada que alguna vez me declararon en la cara, se fue a viajar para siempre por el mundo.

En el medio de estas interesantes interacciones, seguíamos grabando el piloto como podíamos. Las situaciones a las que nos vimos expuestos son innumerables. Tratando de llevar adelante esta noble empresa, conocimos a Fátima y Lidia, quienes nos llevaron hasta Long Street, la calle principal, a tomar “el mejor milkshake de la ciudad”. Luego y con la cámara grabando, un rasta chiflado del cual no pude aprender el nombre, un grupo de estudiantes que cantaban y se emocionaban todo el tiempo, "Set" que estaba todo el día en slip, Marina, y todos los nombres africanos de los cuales vamos a prescindir en este blog por incompetencia para reproducirlos por escrito.

La experiencia remarcable y memorable fue la caminata que hicimos hasta la cima de Lyons Head, uno de los tres picos del Parque Nacional Table Mountain. Luego de un buen rato de caminar por la ladera de la montaña, llegamos a la cima, contexto que aprovechamos para realizar algunas entrevistas a un grupo de muchos extranjeros, antes de que cayeran los últimos rayos de sol. Luego, una vista de 360º desde las alturas de Ciudad del Cabo, y una luna llena como pocas veces se ven en la vida, alumbraron una de esas noches que se hacen eternas en la conciencia.

El clima en el que estamos inmersos estaba definido por una mistura entre razas, turistas, desorientación, entrevistas, excitación y trabajo. Fue uno de esos momentos de comunión grupal en los que el silencio irrumpe en la memoria. Una especie de satisfacción de saber que las cosas suceden, y porqué no, una recompensa a tanto tiempo invertido para encontrarnos sentados exactamente en este lugar. Terminamos el día en el hostal, en compañía de Javier que nos invitó cordero asado y Marco que en una corrida de panza llena trajo el postre. Fue uno de esos días completos, donde lo único que restaba, era dormir un poco.

Al siguiente día nos levantamos y fuimos hasta el estadio de Green Point, a ver si nos podíamos colar de alguna manera y conocerlo por dentro. No fue necesario, ya que muy rápidamente tuvimos la suerte de conocer a uno de los capataces de la obra, quien de muy buena voluntad, nos hizo una especie de visita guiada. Camisa de seguridad y casco de construcción en cabeza, entramos con nuestro guía sudafricano para conocer todos los rincones de lo que, en escasos meses, será una de las sedes más importantes de la Copa del mundo Sudáfrica 2010. El pasto estaba plantado hacía tres días, y aunque el estadio no estaba terminado, uno ya se podía imaginar el clima que se iba a vivir.

En fin, los días aquí pasaron muy rápidamente y la intensidad de todo lo que estamos viviendo nos lleva de vuelta al desorden inicial, pero sabemos que de a poco, iremos logrando el equilibrio necesario. Por el momento, solo resta decir que la felicidad que sentimos es ridícula y que todos los días se transformaron en un verdadero “ELIGE TU PROPIA AVENTURA”. Por ejemplo, en este momento hay un rasta sentado al lado nuestro convidándonos vino autóctono, música brasilera de fondo, hamacas paraguayas y no menos de diez mujeres ociosas.

Nuestras opciones en esta página dicen: “si quieres esperar a ver si el rasta te ofrece marihuana quédate sentado sin hacer nada” y la otra, más sencilla aun: “si quieres tener contacto con las chicas extranjeras solo apaga la computadora y deja de escribir pavadas”. El grupo ya esta decidiendo sus opciones. Como sea, las opciones en nuestro propio "Elige tu propia aventura" llegan al mismo lugar: disfrutar, y si se quedan algunos ratos libres, trabajar. Hasta la próxima...

La banda multicultural de Ciudad del Cabo...
16 nov 2009
Últimos días en Argentina y vuelo hacia Ciudad del Cabo, Sudáfrica...

Últimos días en Argentina y vuelo hacia Ciudad del Cabo, Sudáfrica...

Pablo consumiendo pastelas por su acentuado miedo a volar... Juli entrevistando...
Los últimos días en Argentina fueron una de las cosas más intensas y difíciles que alguna vez nos tocó atravesar. La agenda se había inundado de infinitas listas de inclasificable e indescifrable importancia, y otro sinfín de “detalles” que llamábamos "detalles" sólo para aglutinarlos en la lista de “grandes quilombos impostergables”. Las computadoras, los teléfonos, y otra gran variedad de accesorios tecnológicos estaban dominando nuestras vidas aproximadamente veinte horas al día. La cantidad de cosas desordenadas y desparramadas por toda la casa reflejaban el desbarajuste mental por el que atravesábamos, y lo que le podía pasar a cualquier otra persona que se atreviera a poner un pie en aquel medio ambiente.

La cantidad de trámites que tuvimos que enfrentar para dejar mínimamente ordenadas nuestras vidas en Buenos Aires fueron incontables. La cantidad de proyectos "laborales" que se fueron barajando para intentar sostener este camino fueron infinitos, inclusive hasta el mismo día del viaje. No tuvimos tiempo ni de racionalizar, ni de sentir todo lo que
 estaba sucediendo; sólo recuerdo que muchísimos mix de sensaciones recorrían permanentemente nuestros cuerpitos saturados de vértigo y ansiedad.

Por suerte, en el momento de mayor cansancio y duda por todo concepto, casi como por arte de magia, apareció la humanidad de Marianita Garrote a tirarnos mucha buena onda, y a darnos esa gran mano pacificadora y necesaria para afrontar la lista de pendientes a todo nivel. Al mismo tiempo dijeron presente los amigos, la familia y se empezó a notar el aliento de los más cercanos... Muchas personas que en el momento que más lo necesitábamos nos regalaron un poco de claridad y nos ayudaron a transitar esos lugares difíciles de atravesar.


Primer destino: Ciudad del Cabo...
Hay que remarcar que más allá de toda la presión, nunca se perdió el humor, y que inclusive las relaciones se intensificaron al punto de una transparente y muy sana sinceridad brutal de unos hacia los otros. Era raro ver como los más crudos pensamientos se expresaban con total naturalidad, pero sin rencor y trabajando para el mismo objetivo. Risa va, risa viene, chistes negros, y una sensación de estar navegando en los confines del inter espacio, enmarcaron nuestros últimos días en Saavedra, Coghlan, Belgrano, Almagro y Saturno (al menos dos veces al día).

Así fue que luego de resolver algunos temas consulares y darnos los últimos pinchazos, afinamos un poco la página Web, los soportes de Internet, los cables, las computadoras, el pago de los impuestos, la venta de un auto, el alquiler de dos departamentos, el seguro de viaje, etc. Además visitamos a todas las personas de las que nos queríamos despedir, escuchamos a los familiares que formulaban preguntas sin respuestas, y dábamos un poco de rienda suelta a una ansiedad contenida por apenitas más de un año.

Por fin llegó el día del vuelo. El entorno se fue aliviando. Ya no aguantaba más la sucesión de despedidas y divagues a los que los estábamos sometiendo. La sensación fue que se entendió que realmente nos íbamos, sólo cuando estábamos subiendo al avión. Logramos concluir el proceso, logramos finalmente subir al avión y conseguimos algunos proyectos para realizar mientras recorremos el continente africano. Siete horas de avión nos separan de una de las grandes aventuras de nuestras vidas, siete horas que prometen depositarnos en un sueño del que no sabemos si vamos a poder regresar...

Bienvenidos a esta locura mundialista llamada Viaje por África...
Pónganse cómodos... va a ser un largo camino...

Esperando del otro lado: Table Mountain en Ciudad del Cabo...
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