Kei Mouth, un poco de ruta y llegada a Coffee Bay...
Ranchito cilíndrico al lado del mar en Kei Mouth... |
Cuando llegamos a la costa donde se encuentran los barquitos que te avientan al otro lado, nos dieron la mala noticia de que aún no habían empezado a navegar, porque el nivel de agua no era suficiente. Tocaba esperar el crecimiento del río durante unas cuatro horas, para evitar barcos y argentinos encayados. Para matar el tiempo y bajo un sol algo pesadito, nos quedamos charlando con los niños del pequeño asentamiento que se esparcía en la ribera. Sorprendente resultó el hecho de que algunos hablaran cuatro idiomas, mientras otros llegaban a hablar hasta siete. Compartimos algunos mates, e intercambiamos tangos por canciones típicas, bajo un sol que empezaba a meter mucha presión.
Nos tomó diez minutos más salir del estado de bobera y darnos cuenta que cuatro horas de espera era muchísimo tiempo muerto, más cuando no entendíamos ninguno de los siete idiomas que nos hablaban, y a producción se le acababa el repertorio tanguero. Decidimos tomar la vía larga, bordeando el río por una ruta alternativa, opción que nos robaba dos horas de manejo y unos buenos litros de nafta, pero al fin y al cabo, nos hacía ganarle un buen rato al aburrimiento y al día. Arrancamos el corcél una vez más y empezamos a retroceder para tomar la N2 camino a Mthatha, lugar desde donde nace el desvío que te lleva a Coffee Bay.
La verdad es que a medida que avanzamos más dificil nos resulta retratar los mundos que se van abriendo. En este caso con lo que nos encontramos fue el área del Transkei, ubicada en el sureste sudafricano, entre Kei Mouth y una ciudad llamada Port Shepstone. Sinceramente de lo más lindo que alguna vez transitamos. El auto iba colmado de espasmos armoniosos y alegría Creedence Clearwater Revival, algo campestre, pero africano. Un quilombo de emociones orgásmicas. Cantidades de droguitas placenteras que segregaba el marulo y se desparramaban cual catarata de emociones de la cabeza hasta los pies. Sensaciones super fuertes que te bajan la presión y que te pueden dar vuelta de alegría, virtualidad y energía.
Interminables combinaciones de hermosura geográfica y hermosura arquitectónica te roban onomatopeyas un tanto afeminadas. Los horizontes estaban moldeados por fincas coloridas. La distribución del todo era tan espaciada y armoniosa que parecía obra de un plan maestro y minucioso de diseño. Los cañones, las montañas y los ríos robaban las palabras, perpetuaban el silencio y te clavaban la sonrisa in eternum.
Pasamos por cuatro pueblos antes de llegar al desvío para Coffee Bay. La paja dominguera (que es universal) se hacía sentir. No podíamos completar trámites básicos como comprar comida, sacar plata o ponerle nafta al auto. Los domingos en estos pueblos son además un motivo inmejorable para ponerse en pedo... sin distinción de edad. Mucho público masculino caminando por la calle borracho y muchos gritos balbuceados que se registraban en todas las direcciones. El clima era bastante ameno y no se vislumbraba peligro inminente en ningún sentido.
El tramo final hacia Coffee Bay lo hicimos por una ruta totalmente destruida en la que no podíamos circular a más de 30 kilómetros por hora. Los pozos no se acababan más. Los escenarios tampoco resultaban propicios para la filmación del video, por lo que debimos depositar todas nuestras esperanzas en Coffee Bay y rezar para tenga aunque sea un poquito de la locación que estábamos buscando.
Esas fotos bufarronas... |
El tramo final hacia Coffee Bay lo hicimos por una ruta totalmente destruida en la que no podíamos circular a más de 30 kilómetros por hora. Los pozos no se acababan más. Los escenarios tampoco resultaban propicios para la filmación del video, por lo que debimos depositar todas nuestras esperanzas en Coffee Bay y rezar para tenga aunque sea un poquito de la locación que estábamos buscando.
Conforme fuimos arribando rápidamente entendimos que nos esperaban algunas locas aventuras de ayer, de hoy y de siempre. Lo primero que escuchamos cuando pusimos un pie en el suelo fue la palabra "mushroom", seguida de "I have mushrooms", frase que se repetía cada minuto, minuto y medio con mucha suerte. Al mismo tiempo nos bajó el cansancio del día rápida y locamente, por lo que pensamos que lo mejor era seguir investigando el mambito "mushroom" al día siguiente, y no dejarnos arrebatar tan fácilmente por algunas de las muchas tentaciones que parecen convivir con el lugar.
Tololo, la mascota milenaria... |
Buenas noches y bienvenidos a este loco país de la mutancia llamado Coffee Bay. Hasta la próxima...
África puro corazón... |
Sublime! el horror! que bien redactado señores! esto da placer!
ResponderEliminarAahhh!