Mar Muerto. "Todo muy lindo, pero si no es a un resort, no vuelvo más… boló”…
Campamento a orillas del Mar Muerto... |
Nos tomamos un bondi que encontramos con mucha suerte y paciencia, luego de caminar persiguiendo indicaciones no del todo precisas o muy dudosas, pero que nos guiaron hasta un cacharro que costaba menos de un dinar por persona, pero que a cambio del módico precio, en vez de llevarnos directamente al Mar Muerto, nos dejó abandonados en una rotonda en el medio de la nada, lugar desde donde uno se las tiene que arreglar como pueda, para surcar los últimos treinta kilómetros hasta el pintoresco evento.
Muchas personas hubieran tomado un taxi, pero nosotros sacamos a relucir una nueva versión de nuestro dedo 2.0, y conseguimos un musulmán muy moderno que nos hizo el favor de aventarnos hasta nuestro objetivo. La novedad de este tecno musulmán era que además de portar ropas totalmente occidentalizadas, clavó para el viaje rutero, nada más y nada menos que Lady Gaga, y al ritmo de “Pa pa pa poker face pa pa poker face”, nos fuimos acercando a un lugar muy caluroso en un día muy concurrido, que ciertamente no iba a ser el mejor para disfrutar de una playa muy publicitada, pero con muy poco para ofrecer.
El tipo mientras conducía hizo la pregunta del millón: “¿En qué playa quieren que los deje?”. Nosotros veníamos con esta duda desde que habíamos leído que la única playa pública no era del todo aconsejable, y mejor ahorrarse el disgusto, y pagar los veinte dinares que te fajan por experimentar esto de flotar sin hacer ningún esfuerzo. Pero “nosotros” y “pagar”, son dos palabras que se llevan como el culo, y a pesar de que el tipo nos reconfirmó que la playa pública era bastante indeseable, decidimos que por lo menos lo íbamos a intentar. “Pará acá nomás, cualquier cosa después nos arreglamos”...
El tipo mientras conducía hizo la pregunta del millón: “¿En qué playa quieren que los deje?”. Nosotros veníamos con esta duda desde que habíamos leído que la única playa pública no era del todo aconsejable, y mejor ahorrarse el disgusto, y pagar los veinte dinares que te fajan por experimentar esto de flotar sin hacer ningún esfuerzo. Pero “nosotros” y “pagar”, son dos palabras que se llevan como el culo, y a pesar de que el tipo nos reconfirmó que la playa pública era bastante indeseable, decidimos que por lo menos lo íbamos a intentar. “Pará acá nomás, cualquier cosa después nos arreglamos”...
Como la playa quedaba a unos quinientos metros de la ruta, lo último que le registramos a nuestro benefactor fue una risa sarcástica que entre muecas decía: “infelices”. Y tenía tanta, pero tanta razón, que cuando vimos la playa, antes de enojarnos, nos tuvimos que reír. Solamente a nosotros se nos ocurre contradecir tanto pronóstico y perder el tiempo de una manera tan pelotuda.
La playa no era poco aconsejable o indeseable, era una litera mezcla de caca de camello con caca de humano, donde lo único que se podía conseguir era agua para mate que salía desde un tubo asqueroso, ubicado al sol con vaya a saber cuánta cantidad de agentes tóxicos y enfermedades apestosas. No había una sola sombra en dos kilómetros a la redonda y caminar en patas era algo inimaginable. El suelo estaba lleno de manchas negras, marrones, violetas, y de huesos de animales muertos, que seguramente no serían animales, sino seres humanos que no habían podido escapar a tiempo de este horroroso y desopilante monumento a la caca.
Familia en litera... |
En nuestras vidas habíamos visto mierda semejante, a la que y para colmo, alguien impúdica y cínicamente había dado a llamar “playa”, aunque la palabra pública fuera la que seguía. Una vergüenza cloacal, y mucho más de este asco de transformar lugares que están buenos, como un MAR o un OCEANO, en un sitio concesionado y pago.
Anyway, con la frente más que en alto, pero haciéndose mierda por los rayos del sol, nos fuimos a buscar alguien que nos diera el aventón hasta la zona de balnearios, para descubrir qué bajo recurso utilizaríamos esta vez para no pagar. Salimos a la ruta, y debido a que nos estábamos formalmente carbonizando y deshidratando, paramos un bus lleno de musulmanes (que nos miraban como si fuéramos extraterrestres pecadores), le pagamos un dinar entre los tres, y nos dio el ansiado aventón por los cinco o seis kilómetros que nos faltaban para llegar.
Anyway, con la frente más que en alto, pero haciéndose mierda por los rayos del sol, nos fuimos a buscar alguien que nos diera el aventón hasta la zona de balnearios, para descubrir qué bajo recurso utilizaríamos esta vez para no pagar. Salimos a la ruta, y debido a que nos estábamos formalmente carbonizando y deshidratando, paramos un bus lleno de musulmanes (que nos miraban como si fuéramos extraterrestres pecadores), le pagamos un dinar entre los tres, y nos dio el ansiado aventón por los cinco o seis kilómetros que nos faltaban para llegar.
Excursión a las playas públicas...
Bajamos e hicimos la requisa de las playas pagas más baratas, para reconfirmar que el precio mínimo era de veinte dinares por cabeza, los que nos seguíamos negando rotundamente a pagar... (aunque ya un poco más acorralados por la situación). “¿Y ahora Cacho? ¿Qué hacemo’? Estamo’ acá, hay que entrá”. No quedaba otra, había que hablar, y lo que es peor, también había que mentir, lo que no está para nada bueno, y tratamos de que no sea nunca parte de nuestra filosofía de viaje...
Nosotros nos colamos, o saltamos vallas, o llegamos por un atajo, o de la mano de la gente, y asumimos los riesgos de nuestro vandalismo, pero mentir no está bueno de primeras, porque la realidad es que la plata en el bolsillo estaba, pero nosotros la pensábamos hacer durar dos semanas más. Nos invadía ese sentimiento de tener la plata, pero saber que si nos la gastábamos, tocaba comer arroz blanco una semana seguida.
Y bueno, la necesidad hace al monje, y así fue que nos paramos en el molinete, y como si estuviéramos regateando en la puerta de un boliche en Mar del Plata con quince años, comenzamos con un despliegue de simpatía que se apoyaba en una cara de piedra muy jodida y speechs que no queremos reproducir, pero que al fin de cuentas terminaron dando el pase por la mitad de precio. En resumidas cuentas: finalmente accedimos a experimentar de qué se trataba esto de flotar sin hundirse de una cornuda vez por todas.
Nosotros nos colamos, o saltamos vallas, o llegamos por un atajo, o de la mano de la gente, y asumimos los riesgos de nuestro vandalismo, pero mentir no está bueno de primeras, porque la realidad es que la plata en el bolsillo estaba, pero nosotros la pensábamos hacer durar dos semanas más. Nos invadía ese sentimiento de tener la plata, pero saber que si nos la gastábamos, tocaba comer arroz blanco una semana seguida.
Y bueno, la necesidad hace al monje, y así fue que nos paramos en el molinete, y como si estuviéramos regateando en la puerta de un boliche en Mar del Plata con quince años, comenzamos con un despliegue de simpatía que se apoyaba en una cara de piedra muy jodida y speechs que no queremos reproducir, pero que al fin de cuentas terminaron dando el pase por la mitad de precio. En resumidas cuentas: finalmente accedimos a experimentar de qué se trataba esto de flotar sin hundirse de una cornuda vez por todas.
Todo el mundo flotando... |
Entonces así nomás y sin prestar atención, decidimos que nos fumábamos un pucho y que al agua pato. El pucho pasó, pero las ganas de saltar al agua no salían embroncadas del corazón. La verdad siento que tuve que forzarlo un poco. La arena era gruesa e incómoda, había gente haciendo equilibrio antes de entrar al agua para no romperse la cabeza con alguna piedra de sal, y también mucha humedad y una tosquedad en el ambiente, que creo que a todos nos hicieron recular. Para finalizar, el conflicto musulmán con mostrar libremente algunas partes del cuerpo, que hace que no te sientas cómodo sin remera.
Al final tomamos coraje y nos metimos al agua. La verdad, la verdad... Flotar sin nadar es increíble, pero es lo único que está bueno de ese mar del ojete. No se puede meter la cabeza porque si te entra agua en la retina o las pupilas, quedás como el gordo Árenzon tirando patadas voladoras para apalear el ardor. Toda herida que uno tenga en el cuerpo, así sea el más mínimo de los tajitos, arde un montón más de lo que debería... y por último, cuando salís parece que te vas a descascarar de lo dura que te queda la piel por la sal. Parece que nunca te vas a secar y la textura del agua es mucho más aceitosa que de costumbre.
Todo muy lindo, pero... |
Un poquito de incomodidad musulmana... |
Todas estas sensaciones son indirectamente proporcionales a la cantidad de duchas de agua dulce que hay disponibles en el predio, por lo que, aunque todos intenten ser amables con todos, llega un momento que la sal no se aguanta más, y uno se puede ver inducido a correr un nene de prepo de la ducha, o a colarse indiscriminadamente... como muchos de los que estábamos en la cola.
Y si creían que esto era todo, nada que ver. Hay otro ritual que hay que cumplir cuando uno se acerca a estas latitudes. El mismo consiste en sacarse la foto más naba del siglo untado por barro del milagroso Mar Muerto. Entonces para matar todos los pájaros de un tiro, nos fuimos a meter entre tanto señor excitado y entre tanta mujer cuida cutis, a los pozos de este menjunje del demonio, al que le dan fama de curativo, pero que no es más que un exfoliante ultra quema piel, que para sacártelo hay que correr a cuatro nenes más de la ducha.
Cuando terminamos con todo esto, y no nos pudimos bañar porque los baños eran un mundo de gente, entendimos porqué los turistas cuando se acercan hasta aquí lo hacen para pagar un mega hotel que tiene todas las comodidades, y no a hacerse el jordano nato, y pasarla como el culo.
Hay un dato más que también resulta sumamente relevante, y es que a pesar de estar en una playa, las bikinis te las debo, ya que las mujeres no muestran más que la piel de sus manos, y se las puede ver navegando todo este mar de incomodidades, pero agregándole jeans y remeras de mangas largas al sufrimiento. Para pegarse tiros en las bolas.
Y si creían que esto era todo, nada que ver. Hay otro ritual que hay que cumplir cuando uno se acerca a estas latitudes. El mismo consiste en sacarse la foto más naba del siglo untado por barro del milagroso Mar Muerto. Entonces para matar todos los pájaros de un tiro, nos fuimos a meter entre tanto señor excitado y entre tanta mujer cuida cutis, a los pozos de este menjunje del demonio, al que le dan fama de curativo, pero que no es más que un exfoliante ultra quema piel, que para sacártelo hay que correr a cuatro nenes más de la ducha.
Cuando terminamos con todo esto, y no nos pudimos bañar porque los baños eran un mundo de gente, entendimos porqué los turistas cuando se acercan hasta aquí lo hacen para pagar un mega hotel que tiene todas las comodidades, y no a hacerse el jordano nato, y pasarla como el culo.
Hay un dato más que también resulta sumamente relevante, y es que a pesar de estar en una playa, las bikinis te las debo, ya que las mujeres no muestran más que la piel de sus manos, y se las puede ver navegando todo este mar de incomodidades, pero agregándole jeans y remeras de mangas largas al sufrimiento. Para pegarse tiros en las bolas.
Prohibido prohibir... |
Nos recibió Herr profesor, quien le había sacado fotos a la mañana a nuestro cuarto, para que podamos constatar que no nos habían robado nada. Un grande es poco... Un genio que le puso una sonrisa monumental a la penúltima noche en Amman, antes que nuevamente nos lancemos contra todos los pronósticos a intentar cruzar a Siria; pero como siempre decimos, eso es parte de otra de las mil aventuras, que como ésta, van dejando el sello en un viaje que no tiene intenciones de claudicar.
Hasta entonces cuando las campanas anuncien que vamos... Que seguimos yendo por más... Gracias como siempre por leer, difundir y acompañar...
Morí de risa con este relato. Los sigo desde hace un tiempo.
ResponderEliminarBuen viaje!! Siria cómo viene???
Muchísimas gracias por leer y por seguirnos... Lo de Siria ya está al caer... Un beso y auydanos a seguir difundiendo... Hasta la próxima!!!...
ResponderEliminarQue bien! los felicito por su arte de regateo! me gustó la frase "nosotros" y pagar" son dos frases que se llevan como el culo, muy sutil!pablito querido te abrazo desde aca! sigan andando me hace bien leerlos y viajar con el relato. Lau
ResponderEliminarTendríamos que haber entrado gratis!!!! Grande Lau... gracias por leer... Te mandamos un besote sudafricano...
ResponderEliminarMe encanto la redaccion! Muy divertida! Ademas me hicieron acordar de mi hijo Guille que anda en una Kia Besta camino a Alaska, con su novia Aime, y no quieren gastar un centavo en nada que no sea imprescindiblemente para sobrevivir! Suerte en Siria y cuidense. Nora
ResponderEliminarGracias Nora... Probablemente haya estado en contacto con tu hijo... Me podrás pasar los detalles de su viaje o donde encontrarlos en la net?... un besote y gracias por leer...
ResponderEliminarSaludes Desde Cosa Rica! Grandiosos los relatos, gracias por compartir tan intensas aventuras!!!
ResponderEliminarGracias gente!... un abrazo para ustedes y seguimos en contacto... Abrazos!!!
ResponderEliminarexcelente redacción. Mi experiencia del lado israelí fue completamente diferente, no en cuanto al hecho de flotar, el agua aceitosa, no meter la cabeza etc. etc, sino que en la playa pública de Ein Gedi, a 2 horas máximo de Jerusalén, te podes bañar en la mayor de las tranquilidades, con máximo 10 o 20 personas más, un día cualquiera de julio, con duchas gratis, mesitas, sombrillas, todo gratarola. Vestuarios a 2 shekels nearby. En fin, para tener en cuenta la próxima vez. Hice al revés y entré primero a Siria con visa sacada en bs.as. y luego a Israel pero claro, no el semejante viaje africano que se mandaron uds.
ResponderEliminarSaludos y éxitos!
Bien ahí Martín!... Nosotros no fuimos del lado Israel porque estábamos con muchas cosas y la gente con los precios nos mataba... pero bueno es un gran dato... Lo de siria es como venia el orden... no teniamos planeado nada demasiado y no quisimos no intentarlo... Un gran abrazo y gracias por leer.. siempre bienvenido...
ResponderEliminar"En nuestras vidas habíamos visto mierda semejante, a la cual y para colmo alguien impúdica y cínicamente había dado a llamar “playa”, aunque la palabra pública fuera la que seguía. Una vergüenza cloacal, y mucho más de este asco de transformar lugares que están buenos como un MAR o un OCEANO, en un sitio concesionado y pago. "
ResponderEliminareste parrafo se lo voy a contar a mis nietosssssssss jajajajajaj