13 abr 2012

Mac Leod Ganj, un emporio de la joda tibetana y mi balcón bailable...

En Mac Leod Ganj con Jota Eme... Bienvenidos...
Si algo faltaba para despuntar el vicio absoluto y convertir un viaje semi antropológico en vacaciones para el recuerdo, era llegar a Mac Leod Ganj, lugar donde reside el Dalai Lama, y donde la espiritualidad más que condicionar, pareciera alimentar los sentimientos terrenales más básicos, y si me permiten la aparente contradicción, más profundos. Para llegar a este apasionante lugar situado en los pre Himalayas indios, tuvimos que viajar en un colectivo horno último modelo hasta Dharamsala, la ciudad "base", y desde allí, abordar otro microondas que nos depositó entrada la noche en el epicentro de este amable, apacible, entrañable y descomunal pueblito situado en la montaña.


Panorámica del paraíso en Mac Leod Ganj...
Pre Himalayas, ese tremendo lugar...
Llegamos con mucho hambre y muy cansados, pero con la firme decisión de tomarnos vacaciones de nosotros mismos, transformarnos en las personas que fuimos y sacar a relucir todo nuestro caudal de joda reprimida. Para esto debíamos encontrar el lugar apropiado, por lo que caminamos y caminamos, y a pesar de nuestro acentuado deterioro corporal, llegamos hasta las puertas del hostal de "Shanti", el único indio que parecía tener habitaciones disponibles de acuerdo con nuestras pretensiones.

Las ventanas daban directamente a las montañas nevadas, teníamos baños privados, lavadero y camas de dos plazas. Además, una gran sala de estar y balcones que daban a una calle con una especie de despensa que estaba abierta casi las veinticuatro horas. Cada habitación costaba cuatro dólares, que dividido dos, daba el módico precio de dos dólares por persona por noche. Pusimos un cartel que decía “bienvenidos todos” y nos fuimos a tomar fernet.

Mac Leod Ganj es un pueblo inserto directamente en medio de la montaña, y que alberga una numerosa población tibetana desplazada por los conflictos con China. Además, y como dijimos anteriormente, es el hogar de su grandísima eminencia, el gran Dalai Lama, y un destino turístico de gran envergadura entre los turistos y extranjeros. 

La ciudad cuenta con una gran variedad de opciones para perder el tiempo y para experimentar los aspectos más superficiales de la cultura tibetana, como así también, algunos centros de meditación, los infaltables templos y pueblos muy amables como Baghsu o Dharamkot a "walking distance". Por último, ofrece también varias opciones de acercamiento y avistaje de la cordillera del Himalaya, lo que atrae a muchos montañistas y amantes del trekking.


Free Tibet...
Rubia y monje...
Tibetanas amables y trabajadoras...
Pero a pesar de todo esto, lo que más nos importaba a nosotros, era cuánto costaba la birra y cuánto el vino. El precio de la coca para el fernet ya lo conocíamos, y entonces, sólo nos restaba averiguar cuántos bares había, cuánta gente disponible para el quilombo, y en base a esto, armar un cronograma de la diversión.

Y como ningún cronograma de la diversión se planifica totalmente sobrio, nos hicimos de una bolitas de charritas, armamos, fumamos y estalló un happy hour que se fue profundizando a gran velocidad, y que rápidamente paso del dos por uno, al cuatro por uno, para terminar en un promedio de seis por uno, cuando nos dimos cuenta que si seguíamos así, la Rubia perdía el avión. ¿Qué pasa en Mac Leod Ganj?... Es una buena pregunta... pero después de mucho analizarla y pensarla bien, tengo la respuesta.
 
Es un pueblo chico, la policía no se necesita, la insistencia india de comercio se reemplaza por una gran indiferencia tibetana. El lugar esta rodeado por montañas, inserto en medio de una montaña y lleno de vegetación de montaña, que adorna, embellece y aliviana el espíritu. No hay ruido de más, no hay ruido de menos... a todos los lugares se puede ir caminando, todos esos lugares valen la pena, el clima es mucho más que amable, está lleno de extranjeros y extranjeras lindos y lindas, y a todos ellos uno se los puede cruzar quince veces al día.

Fede extasiado...
Y bueno... ¿Qué más da?...
Tibetanos jugando al basquet en las calles...
Hay actividades de todo tipo a toda hora, los espacios están limpios, no contaminados y hasta embellecidos. La comida no es tan picante como en el resto de la India, es barata, apetecible y abundante; y por último, es de esos lugares donde la gente, por todos los motivos anteriormente expuestos, confluye y fluye muy predispuesta a pasarla bien, a relacionarse y a integrarse grupalmente en cualquier plan del que cualquier ser humano disponga.
 
Además la formación que nos tocó en Mac Leod Ganj es de primera línea: Claudio (Venezuela) y Susana (España), Rosalina y Raquel (España), Karina (Argentina), Bonnie (Australia), Bernardo y Mariana (Chile), Amelié (Francia), Agustina, Federico, Julián y Pablo (Argentina), y para darle el pincelazo eterno y espiritual, nuestro gurú personal y guía espiritual, el entrañable “Jota Eme” (quien no tiene nacionalidad, ni religión, ni sitio de pertenencia; entidad suprema e inteligible que surca los vericuetos engañosos del tiempo, la razón y la terrenalidad, evitando trabajar todo lo que puede). Más que un equipo de fútbol, uno de rugby, que le puso el hombro, el pecho y algunas neuronas toxificadas, a lo que se ha rotulado en este mundo evidentemente globalizado, con el nombre de “joda”.
 
Capitana absoluta y front woman la eterna Rubia, quien fue guiando los pasos descarrilados de esta troop bicontinental por los peligrosos caminos del placer y del éxtasis... siempre tirando más leña al fuego y concientizándonos de que no está mal fumar uno más. Una de estas más que memorables noches, embebidos en alguna borrachera, inauguró su famoso espacio de baile directamente en el balcón de nuestra vivienda, al que intituló “mi balcón bailable”, y en el que una gran seguidilla de hechos impúdicos, desvergonzados y muy peligrosos, se fueron sucediendo sin parar.


Un poco de tarde y tranquilidad en Mac Leod Ganj...

Pre de "Mi balcón bailable"...
En plena fiesta por salir a la cancha...
Lo más grande de la India... El rock gurú...
En aquel sacrílego lugar perdido en los suburbios de Mac Leod Ganj, los integrantes grupales de esta inocente troop, nos vimos entregados a los caprichos de una mujer brillante, quien logró fundar un "boliche" en no más de tres metros cuadrados, y que se metió directamente en la raíz de nuestros corazones y nuestras vidas. Varias personas fueron surcando este espacio de trampa y perdición que estaba dominado por poderosos hechizos que hacían que cualquiera que por allí caminara experimentara una pérdida de la voluntad y de la conciencia con sus subsiguientes consecuencias. Una especie de Burundanga energética que anestesió nuestros espíritus y revivió nuestros corazones. 

Aunque parezca que no algunas veces estábamos sobrios. Esos momentos definitivamente no eran  las mañanas, y muchos menos las noches, pero sí las tardes. En esos estadíos de conciencia extrema de un mundo que gira y gira sin parar y que en cualquier momento explota, nos entregamos a todas las actividades de rutina que hacen de cortina a todo el resto de comportamientos poco recomendables, y que además, se encargan de diluirlos y retroalimentarlos. Lo que llamaríamos “hacer otra cosa para recuperar las ganas”.

De mañana... (mucha manija)...
Marcello tanguero y musical...

Fotón en el tibetian settlement...
Estas otras cosas se pueden enumerar, pero no tan fácilmente porque se ve que no les di tanta bola... Templos... seguro, mucho Buda, mucho hinduismo y casa de Dalai Lama. Fuimos en repetidas ocasiones a recorrer Baghsu y Dharamkot. Caminamos por algunos bosques entre muchos monos y mucha naturaleza. Acudimos repetidamente a las "ferias artesanales" haciendo caso omiso a los caprichos femeninos de nuestra gurú terrenal, e hicimos una tremenda caminata hasta los pre Himalayas, hecho que creo puede ser atestiguado por fotos y videos.

Mucho hipponeo en el pasto y mucha charla graciosa... también pueden ser incluidos en la larga lista de toures mentales hacia la inconsistencia del endorfínico, pero efectivo disfrute. Mucho paseo por la felicidad interna y mucho de "me importa un carajo que el mundo se termine mañana". Comunión y relajación con el disfrute desmedido y poco ortodoxo. Tirar la chancleta, me la fuma todo, saltar al vacío, quemarse la gorra, llenarse de todo, vaciarse al final..


Julián con fondos bufarras...
Bueno... Ejem...
El mundo del revés...
Para alimentar este desparramo de energía nos metimos mucha comida tibetana, que en su versión baratísima incluye "momitos" de todo tipo y mucho arroz con vegetales, fideítos con huevitos y cosas por el estilo. Por la mañana metíamos desayuno argento, pan con manteca, dulce de leche, cafecito, mate. Lavábamos ropa y hacíamos desaparecer las evidencias del día anterior, dejando los espacios vacíos que repetidamente se volverían a llenar, explotar y extasiar...

Mac Leod Ganj contiene elementos humanos desprejuiciados, amenazas al corazón, sentimientos despistados, confluencia de espíritus, y sueños rockeros de destrucción... Lúdico, infinitamente lúdico... Experimental... Fugaz, errante, inolvidable... Mac Leod Ganj contiene mucho de lo que gente cree que debe ser silenciado, enterrado, disimulado o escondido... Mac Leod Ganj... Un refugio, un espacio, un lugar exacto, preciso y pensado para inclinar la balanza hacia lo que a veces resulta mucho más que necesario: perder la cabeza y sentirse orgulloso por ello. Perder la noción de lo que pasa con el tiempo. Perderse, perderse en serio. No saber qué día es, no querer saberlo... Enamorarse, desenarmorarse, reírse fuerte y claro, reírse todo lo posible de nuestros pensamientos, sentimientos y de todo su contenido errante y bizarro.

En algún lugar del tiempo...
Manija y manivela deluxe...
La felicidad hecha gurú...
De Mac Leod Ganj nos tuvimos que autoevacuar y salir corriendo en un rapto de conciencia. Nuestro consejo de dirección mayor rubio decretó que antes de abordar el avión de vuelta hacia Argentina, era necesario ponerle un poco más de chili a la comida. Lo que se viene es un cierre descomunal con una banda de bici-voladores, nubes, cielo y avistajes lejanos del primer tipo.  Hasta entonces cuando los llevemos hasta el pie de los Himalayas en su versión Vashist... Gracias por seguir leyendo...


En la estación de buses de Chandigarh...

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