19 jun 2012

Party at the tunnels (Grahamstown) y Boat Races (Port Alfred)... Dos eventos dos...

Remen chicos remen...
Grahamstown y Port Alfred son dos ciudades que pertenecen al mismo circuito de vida. No solamente porque están separadas por menos de una hora de viaje, sino también porque de alguna u otra manera se complementan.

Grahamstown, debido a que es una ciudad meramente universitaria, durante lo que se puede considerar el “año lectivo” (Febrero a fines de Noviembre) cuenta con un movimiento diurno y nocturno sin igual para sus dimensiones. Eventos, bares, festivales, muchísima variedad de gente... En fin, de esos lugares en donde la vida social roba una buena cantidad de horas al día. A cualquier trámite que uno vaya a hacer, hay que sumarle el tiempo que uno va a invertir saludando y charlando con gente y charlando en el camino.

Port Alfred es todo lo contrario. Al ser una ciudad casi exclusivamente de veraneo (especialmente para gnete de Johannesburgo) no tiene demasiado movimiento, y es bastante más desoladora, bastante más chata, y porque no decirlo, huele un poco bastante a perfume de vieja, ese típico olor que algunas señoras de avanzada edad desparraman por los espacios públicos. Esto hace que unos (Grahamstown) y los otros (Port Alfred), busquen escaparse tanto de la soledad como del hastío en opuestas direcciones, y en diferentes épocas del año.

La ribera de Port Alfred...
El río que desemboca en el mar...
La segunda “complementaridad” que podemos acusar entre estos dos lugares, se da por razones meramente geográficas, pero que en cierta manera son el fundamento de lo anteriormente expuesto. Grahamstown es una ciudad que reposa en un pequeño valle entre montañas, con paisajes increíbles que sumergen a las personas en una burbuja en la que todo parece estar más allá, lejos del mundo real. Una especie de búnker emocional donde todo es “seguro”, donde nada distorsiona demasiado la vida, y en donde uno se puede desenvolver lejos de los embates ambientales y amenazantes del mundo exterior. Esa sensación que dan las montañas de estar aislado, pero seguro.
 
Port Alfred es una ciudad que se sitúa sobre las costas del océano Indico, que sufre los embates del viento, de la lluvia y del clima a campo abierto. Es totalmente llana, y claramente no cuenta con los mil recovecos, ni en definitiva con la contención espacial que la primera es capaz de proveer. Para redondear, si uno tuviera que elegir uno de estos dos sitios para tener una casa o ir de veraneo, seguramente sería Port Alfred, y si uno tuviera que elegir un lugar para montar una ciudad universitaria, claramente sería Grahamstown. Entonces, nuevamente podemos encontrar factores que hacen a la unión y meten a estas dos ciudades que distan 60 kilómetros una de la otra, en un mismo circuito.


Estudiantes de joda en Grahamstown...
Un argentino perdido en Port Alfred...
Uno se puede escapar de la intelectualidad y la intensidad de una ciudad estudiantil-artística situada en el medio de las montañas y entregarse a un espacio abierto, liberador y lleno de agua, rodeado por la amabilidad del océano Indico, que mientras tira sonido olita, limpia la resaca informativa; o bien uno puede escaparse de la chatura, del viento y de un espacio muy abierto, y venir a sentir la cordialidad de la vida sucediendo constante e intensamente a nuestro amable y amado pueblo burbuja come libro. En fin, acabo de escribir un montón de gilada, pero que amenaza con cierta coherencia. Prosigo porque estoy perdiendo el rumbo cada vez más...
 
Creo que me dejé llevar por el tema del complemento porque en definitiva las dos ciudades nos sirvieron para mezclar joda y trabajo de una manera impúdica en un mismo espacio y en un mismo momento, condensación a través de la que experimentamos al unísono todas estas sensaciones y percepciones anteriormente expuestas, por lo que me veo obligado, además de dejar de divagar, a presentar formalmente dos eventos que nos competen y que nos entregaron a la inigualable sensación de divertirnos haciendo plata: las fiestas de los túneles en Grahamstown y la competencia anual de remo en la ciudad de Port Alfred.


Estudiantes haciendo el aguante a los remeros...
¡Vamo' Kevin, vamo!...
El túnel propiamente dicho...
Party at Tunnels...
El primero se realiza en un lugar que se podría denominar "alejado" del centro de Grahamstown, en una granja que formalmente funciona como alojamiento para muchos de los estudiantes residentes, y en donde antiguamente se dedicaban a la fabricación de ladrillos para la construcción. Muchas de las estructuras en forma de túneles que fueron quedando en desuso de la fábrica, son las que hoy se utilizan como predio para bailar al ritmo de un exuberante trance, drum & base, dub step... lalala...
 
El segundo es un evento anual que reúne a universidades de todo el país durante un fin semana, en una competencia que se realiza en el río Kowie, que consiste ni más ni menos que en remo por equipos, y en dónde el evento principal no es de ninguna manera el deporte, sino la entrega deliberada de los cuerpos al consumo de alcohol y la socialización con el sexo opuesto.
 
A los dos eventos acudimos por todos los motivos expuestos anteriormente, pero también para hacer provecho del negocio de comidas, que ya un poco más asentado, era requerido por sus organizadores para alimentar a la vagancia que iba decayendo por el alcohol y las drogas, y necesitaban un punch energético para no derrapar bruscamente y poder continuar en las pistas.


Argentos tránfugas vende-comida en la Tunnel's Party...
Sale pescadito a la parrilla con Tim...
Así fue como en más de una oportunidad se vieron nuestras famosas tartas, tortas, sándwiches y perritos calientes, salvándole la vida a más de uno que ya no podía ni llevárselos a la boca... a la vez que aprendíamos la sabia lección que al menos en Sudáfrica, los borrachos suelen dar más propina que lo que gastan en comer. También debemos decir que nosotros mismos a determinada hora terminábamos más jugados que el Facha Martel, por lo que en alguna ocasión tuvimos que procurarnos la ayuda de nuestros más cercanos borrachos, para ver si entre todos lográbamos cortar dos pedazos de tartas iguales, o evitar que se nos cayera toda la comida al piso.
 
También debemos acotar que a la gente le resulta todo un gesto que alguien en medio de estas fiestas rutilantes, se dedique a la noble empresa de ponerse a vender comida, hecho que motivó también la obtención de todos los beneficios con que los chicos se castigan... de manera totalmente gratis, y finalmente, asistencias tanto para armar los puestos como para desarmarlos, hecho que ya totalmente en pedo y endrogrado, se agradece con el corazón en la mano.
 
Hubieron muchos personajes interesantes junto a los que compartimos estos maravillosos momentos de bailes sónicos al grito de: “carrot cake... chocolate cake, chicken pie... the last one...” de los que tenemos que destacar a nuestra pareja de zimbawenses favorita, Tim y Cassie. Además, y no menos importantes, Christie y su padre, dos hermosuras psicotrópicas, Ed, que en más de una oportunidad literalmente obligó a la gente a que nos compre, Catherine, que no nos ayudó demasiado, pero que adornó el ambiente con su hongueada cara al viento, y por último cuatro muy especiales...


Bron, Catherine, Rachel y Juli emocionados de más por el atardecer...
Christie y Cassie a la vera del Kowie...
Christie's father, un gran personaje...
Rachel por hacer todo viable y manejar la energía de la gente, Bronwen, no solamente por proveer su camioneta para llevar todo lo necesario para vender la comida, sino también por darnos en préstamo por todo el año el beetle más guerrero de Sudáfrica. Robby: por abrirnos las puertas al evento que más réditos nos trajo en nuestro negocios de comida, y Kevin, quien luego de batallar y batallar logró para la universidad de Rhodes un enorme segundo puesto, perdiendo en la final con el equipo más profesionalizado de Sudáfrica. A todos ellos gracias por todos los momentos, por el apoyo, por las invitaciones, y por la actitud más relajada y abierta del mundo.
 
Las fiestas de los túneles y las carreras de remo pasaron al cuadro de honor de nuestras experiencias de viaje y serán recordadas eternamente como aquellos momentos en que mientras bailábamos y nos divertíamos con nuestros queridos sudafricanitos, la plata se hacía prácticamente sola en algún punto del limbo... Como tener la chancha y la máquina de hacer chorizo aunque sea algunas pocas veces por año... Un abrazo para todos y nos reencontramos prontamente... ¡Salud!


Aplausos para el Rhodes' Team...
Aplausos para Robby también...
  
 Rhodes en plena acción...

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