27 feb 2011

Atbara, llegada previo paso por las ruinas de Meroe...

Con un capo musulmán en las ruinas de Meroe...
Otra vez contra la corriente. ¡Qué maldita costumbre que adquirimos de no pagar transporte y cuántos quilombos nos trae!... pero también cuantas historias y aventuras ganadas a este Viaje por ÁfricaA esta altura considero que el dinero, que alguna vez fue la excusa principal para levantar el dedo, hace largo rato quedó relegado a una segundona posición, en pos de esa sana inseguridad de entregarse al destino del "loco" o del "copado" que te lleva, y las subsiguientes aventuras propias del viaje, más cuando ni nos calentamos en saber por dónde vamos a ir.

Y así, salir a la ruta siempre envuelve una pregunta distinta, una incomodidad a resolver, algo que temer, y porqué no, ponerse los cascos antibalas por si las cosas se ponen negras. Aunque negras tenemos las bolas de tanta fuerza que le metimos a las rutas africanas, así que porqué desistiríamos a último momento... aunque nos digan que no se puede, que no se debe, aunque sepamos que nos vamos a meter en quilombos, aunque nos hayan frenado el paso a Etiopía y los militares nos manden de vuelta en Sudán....

Que todos los "no se puede" se transformen en ayuda, en optimismo, en valoración, y en impulso para el que quiere, y a los que sigan diciendo no se puede, que se vayan a lavar el culo, y que sepan que en el país del no se puede, la desidia, el miedo, la indiferencia y la comodidad son moneda corriente. Alimentando el ideario del no se puede es como se llega al no lugar o siempre al mismo lugar; y eso es lo que produce el hastío, el aburrimiento, la frustración, la decadencia, y hasta la autodestrucción. Por todo esto, y por algunos motivos más, nosotros decidimos que efectivamente sí se podía...


En la ruta al paso...
El Nilo bañando las costas de Atbara...
Eterno, eterno y eterno Bedford...
El objetivo era visitar las ruinas de “Berawiya” o “Meroe”. Unas pirámides nubias que al menos en los papeles prometían ser un recontra flash... así que "dale nomás... yo te sigo...". Para salir de Khartoum y encontrar una buena posición para el dedaje, tuvimos que caminar un rato largo con las mochilas al hombro. Apenas cruzamos uno de los tantos puentes que unen las orillas del Nilo, una seguidilla de tres cajas de camionetas, nos depositó directamente sobre la ruta que se internaba de lleno en el desierto de Nubia. Nos bajamos a esperar entre cabritas, camellos, mulas que nos merodeaban, y un sin fin de miradas atónitas por por nuestra presencia... o la cantidad de boludeces que Juli lleva en la mochila... Nunca lo sabremos.


Típico medio de transporte...
Con el abuelo en las ruinas de Meroe...
Antes de entrar...
Y finalmente nos levantó un árabe, que como todo buen árabe sólo habla árabe. Así que pusimos en práctica una extraña versión de lenguaje de señas, que combinada con ciertos sonidos guturales, lograban producir algún sentido, que al menos por el momento, alcanzaba para seguir avanzando. El tipejo resultó muy amable y nos llevó hasta la entrada de un pueblo a unos treinta kilómetros...

No habíamos terminado de bajar las mochilas que ya había frenado otro árabe. Muy trastornado, pero con infinita onda a la vez. Nos gritaba al oído en un inglés nada logrado, hasta que dijo: “I want to help you, no money”... Lo que demuestra que si uno dice la frase justa, el idioma es totalmente secundario. Ante tan perfectas palabras, nos subiríamos aunque nos lleve a la guerra del golfo. Geniooo... Rompiéndonos los tímpanos entre risas y charlas, nos llevó hasta algún pueblo perdido en el desierto. 

Ahí nomás de abandonados, aparecieron otros locos que llevaban agua y yo que sé qué sartas de huevadas para algún otro pueblucho... y vamos de nuevooo a la caja, y dale pa' delante, que si seguimo' así seguro que vamo' a llegá...


¿Cómo no querés que estemos contentos?...
Pared de una de las pirámides de Meroe...
Pirámide Meroedina...
En el pueblo que nos dejaron nos comimos el primer flash desértico, cuando tratando de acomodarnos para seguir “Al Dedeando”, nos rodearon un malón de pendejos que no daban crédito a tres alienijenas caminando por la zona. Y los adultos venían a espantarlos como si fueran cabras, y también a explicarles que éramos humanos. Aunque hay que decir que algunos de ellos nos miraban muy analíticamente para corroborarlo...

La secuencia fue interrumpida por otra camioneta con dos chiflados que frenaron, pero que antes de dejarnos subir, nos pidieron los pasaportes para chequear el visado. Resultaron ser la gente más amable del mundo, por lo que automáticamente se transformaron en papi y abuelo, y todos juntos nos fuimos recorrer el buen tramo que nos separaba de las pirámides.

Como todo buen árabe, pararon en el medio de la ruta a cumplir con uno de los cinco rezos diarios que exige el corán, y para que no nos aburramos, nos compraron el almuerzo y un chai. "Tomate tu tiempo, no te calentes, yo te miro la camio". ¿Se puede ser tan genio?...


Con papi de paseo por Sudán...
Meroe y su espectacularidad...
Gané... claro que gané...
En fin, luego de "coranearle" un rato a Alá, volvimos a la ruta, hasta que algún momento divisamos las pirámides en el horizonte cercano. Nos preocupamos muy pasajeramente, ya que están literalmente en el medio del desierto. Un desierto que te desintegra del calor, en el que no hay nada más que dunas y arena, y en el que básicamente como estábamos de desabastecidos, no nos podíamos quedar. ¡Qué horror! ¡Llamen a Ricky Martin!...

Pero papi y abuelo son seres superiores y super perceptivos, y cuando escucharon Ricky Martin, se tiraron tres frases en Árabe, metieron el volantazo y decieron adentrarse en las ruinas de Meroe con nosotros. Tan genios, tan lindos, tan árabes... Hasta la puerta no pararon, y luego de negociar el costo de la entrada a un muy victorioso 3x1, (ellos entraron gratis), nos metimos a divagar en este descomunal, increíble, desértico, y recontra flashero santuario de pirámides, en el que además NO HABÍA NADIE, o sea, diecisiete pirámides para nosotros y nuestros familiares sudaneses...

En las dunas apunto de morir deshidratados...
Saliendo a mirar más...
Se me acaba el agua vieja...
Era para meterse un cóctel mágico y quedarse tirado adentro de las pirámides descifrando jeroglíficos. El problema era que para eso necesitábamos un camión doble acoplado de agua, alguien que nos garantice al menos un lugar para dormir, y que los señores de la entrada estuvieran dispuestos. Nada de eso era posible en aquella calurosa tarde, y tuvimos que conformarnos con la hora y pico que estuvimos dentro, que si bien es un tiempo suficiente para chequear el predio, no lo es para disfrutarlas como ameritan.

Los viejos se portaron como unos genios, y aunque a uno se le deslizó por momentos el mangazo de guita, fueron los héroes de la jornada, ya que sin ellos hubiéramos tenido que ir hasta Atbara (la ciudad más cercana), arreglar con algún transporte, pagar la entrada de antemano en la oficina de turismo (que no nos iba rebajar), y quedarnos un día más para hacer todo el trámite.


¡Qué serio el viejo che!...
Sublime es poco...
En familia...
Tremendo...
Luego de tanta hermosura, llevamos al abuelo hasta la casa por una ruta que se abría de la principal. Se bajó, y papi, algo incrédulo y shockeado por la escases de dinero, se decidió a hacernos el favor y nos llevó hasta Atbara. Durante el periplo tuvimos algunos problemas con policías de diferentes ciudades, tuvimos que ir hasta una comisaría, y perdimos un poco de paciencia. Ya en Atbara sólo comimos un par de falafels, y de mano de otro amigo árabe que encontramos caminando por el pueblo, conseguimos un hotelucho sudanés de esos muy baratos y muy flexibles. Creo que los árabes sudaneses son todos unos genios...


Con nuestro guía sudanés tomando un tecito...
En fin... día concluído. Todo salió mejor que nunca, tachamos de la lista una de las ruinas más bonitas del país, y nos hicimos mil amigos que todavía cada tanto nos siguen llamando. No importa que no hablen inglés, lo que importa es comunicarse. Los dejamos hasta la próxima... Un gran abrazo.



Panorámica de las ruinas...

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