Hermanus, primera parada dentro de la "Ruta Jardín"...
La belleza costera de la Ruta Jardín... |
Para llegar a nuestra siguiente etapa denominada: “No quiero hacer una goma y quisiera parar de hablar en inglés antes de convertirme en uno de esos gringos universitario que gritan todo el día” tuvimos que atravesar una buena cantidad de complicaciones. La primera fue enviar el material por correo hacia Argentina, algo que parecía sencillo y terminó resultando complicadísimo.
Hubo que llenar cuatro veces un mismo formulario que al final no nos servía, hablar con muchas personas que nos decían cosas muy diferentes (o que por alguna barrera idiomática no entendíamos), para al final de tanto esfuerzo y pérdida de tiempo, entender que la mejor opción para que el material llegue muy rápido, era salir corriendo hacia el aeropuerto, donde para colmo nos recibió un empleado tartamudo, que no contento con ello, mezclaba además el afrikaans y el inglés, de modo tal que no se le entendía absolutamente nada. Sólo voy a agregar que nos quedaban diez minutos antes de perder el vuelo del día y este señor seguía tartamudeando.
Hubo que llenar cuatro veces un mismo formulario que al final no nos servía, hablar con muchas personas que nos decían cosas muy diferentes (o que por alguna barrera idiomática no entendíamos), para al final de tanto esfuerzo y pérdida de tiempo, entender que la mejor opción para que el material llegue muy rápido, era salir corriendo hacia el aeropuerto, donde para colmo nos recibió un empleado tartamudo, que no contento con ello, mezclaba además el afrikaans y el inglés, de modo tal que no se le entendía absolutamente nada. Sólo voy a agregar que nos quedaban diez minutos antes de perder el vuelo del día y este señor seguía tartamudeando.
Pasado el episodio, luego de unas siete horas de corridas repitiendo:“No te la puedo creer”, logramos completar ésta etapa del viaje que era lo único que nos separaba del ocio y la tranquilidad. Queríamos continuar viaje, pero el día ya tenía su murra encima y para salir de Ciudad del Cabo tuvimos todo tipo de problemas: grandes, medianos y pelotudos. La mayoría eran culpa nuestra, e incluso sabiéndolo, no lo podíamos cambiar.
Averiguamos tres diferentes opciones para movernos. La primera, el famoso Bazz Bus, medio de transporte puerta a puerta de backpacker en backpacker, que es caro, incómodo y te roba todo el azar propio de cada viaje. La segunda: alquilar un auto en el que no entrábamos, que no podíamos devolver en la ciudad adonde íbamos, y que de todos modos, no habían más disponibles; y la tercera: un sinfín de combinaciones en las que nadie confiaba, salvo yo, o sea, Pablo. La frase: “then you got to take the train up to…”, se repetía demasiadas veces en la misma explicación. Como era de esperar, no pudimos tomar ninguna decisión durante varias horas, salvo la de quedarnos un día más y salir al día siguiente.
Averiguamos tres diferentes opciones para movernos. La primera, el famoso Bazz Bus, medio de transporte puerta a puerta de backpacker en backpacker, que es caro, incómodo y te roba todo el azar propio de cada viaje. La segunda: alquilar un auto en el que no entrábamos, que no podíamos devolver en la ciudad adonde íbamos, y que de todos modos, no habían más disponibles; y la tercera: un sinfín de combinaciones en las que nadie confiaba, salvo yo, o sea, Pablo. La frase: “then you got to take the train up to…”, se repetía demasiadas veces en la misma explicación. Como era de esperar, no pudimos tomar ninguna decisión durante varias horas, salvo la de quedarnos un día más y salir al día siguiente.
Derrotados, tomamos fuerza para ir a hablar a la recepción y entrar nuevamente los trece bultos que tenemos. Así fue que muy rápidamente, pasamos de derrotados a pobres perdedores cuando escuchamos la frase “It´s full”. No lo podíamos creer, pero así fue que obligados a pensar y resolver, la solución apareció como por arte de magia, cuando nos pusimos a repasar los personajes que nos habíamos encontrado durante nuestra estadía. Teníamos mails y teléfonos hasta de policías, pero la decisión final fue llamar a Sulyvan, nuestro primer, y desde ahora, último amigo en Ciudad del Cabo.
Hermanus desde la costa... |
Sacamos cuentas, hicimos un promedio a nuestro favor, y ofrecimos a nuestro mejor amigo por las próximas tres horas, el precio que más nos convenía. Parece que a él también le convenía, y entonces ahora sí, cargamos nuestro trece bultos, nos despedimos en varios idiomas, y por fin salimos de vacaciones. Se fue haciendo de noche en una combinación de hermosos paisajes montañosos y una costa interminable, y mientras todos dormíamos, alguno del equipo de producción charlaba muy animadamente de política con Sulyvan. El viaje fue estupendo y rápidamente pudimos ubicar lo que sería nuestro hogar por los siguientes días, el “Hermanus Backpacker”.
Era tiempo de bajar un poco, descalzarse y charlar sobre lo que nos había pasado hasta el momento. Entre la llegada y el compromiso con el piloto, no habíamos podido aterrizar del todo. Era momento de repasar los primeros errores y replantear nuevamente algunas cosas con el fin de maximizar y balancear los tiempos, recursos y humores de ésta aventura que muta a cada momento y nos abraza un poco más.
Ufff, ¡me cansé yo también! Che, el piloto ¿tenía familia en Buenos Aires?
ResponderEliminar¡Suerte y disfruten!
Me alegro que inicien el camino de ocio y dsifrtute, nada mejor que esos dos condimentos...
ResponderEliminarPablito: como lograste no poner la palabra "horror" en ningún párrafo, jajaj!
Abrazos!!! Los quiero!
gROSSOS LOCO ! algo para leer y ver!! mejor que la TV!
ResponderEliminarEl caos crea también la aventura Pablo, eso es un verdadero viaje mochilero.. DISFRUTELO!!! SIN MÁS
ResponderEliminarEyyyy, buenisimo... pero no hay que descansar tanto Pabli, acordate que dijiste que juntabas unos mangos y me llevabas para allá. Che cuídense muchos y sigan contando, por acá somos bastantes los que seguimos sus historias. Luis Bracca
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