12 jun 2012

Travelling Trolly 2.0 en Grahamstown, Sudáfrica, una idea 100% argenta...

El "Trolly" posando en la entrada de la universidad...
Luego de un fin de festival brillante, con los pies muchísimo más apoyados en nuestra ciudad granjita sudafricana, paramos la bocha y nos sentamos a hacer el ejercicio más lindo que hacen algunas personas: pensar. Los vericuetos del cerebro, y los infinitos y laberínticos caminos de las neuronas, parecieran ser el arma fundamental para cualquier fin que el ser humano se proponga. Si uno no se sienta a pensar, o no tiene incorporado este ejercicio, en general: o hace idioteces, o no hace nada, y lamentablemente nosotros no nos podíamos dar el lujo de ninguna de las dos.
 
El aliento principal era que la comida había tenido un éxito interesante durante los días del festival, por lo que una buena cantidad de personas expresaron su interés en seguir adquiriendo productos frescos y distintos a los que comían todos los días en el town. Todo muy lindo, pero antes de tomar decisiones teníamos que solucionar un bonito problema: necesitábamos encontrar un lugar desde donde seguir vendiendo la comida.
 
Así fue que resucitamos la idea de los típicos carritos cafeteros que se pueden ver en muchos de los barrios de Capital Federal e interior del país, idea que habíamos utilizado por unos días cuando estuvimos en Sudáfrica para presenciar el mundial de fútbol 2010, pero a la que había que ponerle mucho más punch y un fuerte "reloaded", para intentar no ser igual de berretas que antes.

Así fue entonces queridos amigos, que nació el famoso titán del asfalto solventa problemas estomacales, el represor del hambre, el económico, el único carrito que no se cansa de vagar ni de pelotudear por las calles, el más rodante de todos, el magnánimo, el que te persigue para que le compres... Démosle una calurosa bienvenida por favor entonces a nuestro nuevo mejor amigo: “El carrrriiiitoooooo viajerooooooo”... clap, clap, clap, pitos y cornetas.


¡Cha-chan!...
¡Cha-chan!...
Nuestro “Travelling Trolly 2.0” básicamente es una versión muy mejorada del “Travelling Trolly 1.0” (lógicamente). Este nuevo modelo 2011 adquirió mucha más capacidad, más estantes, y un menú mucho más interesante que su antecesor. Como si fuera poco, está pintado de colores sobrios no invasivos, y su madera ultra resistente garantiza que al rodar va a hacer mucho ruido, pero jamás se va a romper...
 
Por suerte el lugar para cocinar resultó casi un trámite, ya que Ruth, muy contenta con la performance del barcito durante las funciones del Arts Lounge, nos ofreció guardar las cosas en el jardín y utilizar el espacio durante la mañana para cocinar. Ese fue uno de los pasos más importantes que dimos en nuestra vida en Grahamstown, ya que no sólo nos dio el acceso a una casa tremenda con un patio increíble en el centro de la ciudad, sino también la posibilidad de continuar el negocio de comida, y como si todo esto pareciera poco, acceso a las computadoras de la universidad cuando fuera necesario.

Sólo un pequeño y tácito pacto de que a cambio nos hacíamos cargo de que esté siempre todo en orden e impecable fue lo único que contrapuso en la mesa, por lo que a Ruth entonces, antes de irnos de Grahamstown, le tenemos que hacer un monumento tamaño natural en la parte más vistosa de la ciudad.


Vista del jardín a la cocina...
Cocina con vista al jardín...
Los Ramones en pleno proceso de modernización...
La oficina...
Más instalados que el Indio Solari en Parque Leloir, nos dedicamos a darle rienda suelta a nuestra inventiva para cocinar, para escribir, para hacer asados, fiestas, meetings, holgazanería, y por sobre todo, para tratar de hacer el dinero necesario para vivir y ahorrar para el próximo viaje, que si todo sale bien será Asia 2.0, segunda mitad del 2012... con otro proyecto fílmico (que se rumorea que puede ser una película), con más proyectos de escritura y relatos, y con mucho, pero mucho más rock y punch a la vida.
 
Y como nada de lo que uno hace en la vida viene sin las naturales consecuencias, y como que todo lo que uno hace con esfuerzo y dedicación en general sólo trae cosas buenas, el hecho de que el Travelling Trolly 2.0 hay salido al ruedo por la ciudad de Grahamstown, amplio nuestras sonrisas, nuestros círculos de vida, y nuestro afianzamiento con una ciudad de la que definitivamente nos empezamos a sentir parte.
 
Especialmente Juli, quien era el piloto diario de tan llamativo carcacho rodante, fue quien sirvió de nexo con todos los sectores del town con los que no habíamos tenido contacto hasta el momento, y su inmaculada figura empezó a tomar tan llamativa relevancia, que casi podríamos decir que fue directamente catapultado a la fama y se transformó en objeto fetiche para algunas personas.


El afamado arco...
Apaciguando el hambre en las colas bancarias...
¿Carrot cake doña?...
Para empezar debemos decir que salió tres veces en el diario local y que dos estudiantes de la escuela de periodismo (entre quienes se destaca la inocencia de Candi) de la Universidad de Rhodes le hicieron un seguimiento intensivo sobre sus días en Grahamstown, intentando inclusive indagar sobre sus más íntimos secretos personales, asuntos que por filosofía nunca develamos a terceros (ya que tenemos claro que luego se quieren aprovechar de su carismática imagen para entregarse al tráfico compulsivo de información paga).
 
El carrito circulaba y la fama de Juli aumentaba. Nuestro Travelling Trolly 2.0 ya tenía recorrido fijo, clientela asegurada, y reposaba impasible las últimas tres horas de la tarde debajo del sitio más representativo de Grahamstown: el “arco” que marca la entrada al campus universitario. En ése mágico lugar fue que nos terminamos de familiarizar con la hija de la dueña de “Transfussion” (el único lugar de ropa alternativa de Grahamstown), Lee, quien varias veces repitió, y cada vez con mayor énfasis, que éramos muy bienvenidos a dejar nuestra ropa en su negocio, detalles que cerramos con su empleada,“Nono”, quien se hizo cargo de la venta de muchas prendas.
 
Por otro lado, nos hicimos compinches con una banda de semi hippies que atienden el único kiosquito que vimos en todo Sudáfrica, llamado “Under the arch”, cuya formación es la siguiente: Jane, Tracy, Debra y Nadine, unas afrikaneers buena onda pro-modelo 2011, que se encargaron de suministrarle a Juli té y pasatiempos varios durante las horas que vigilaba las ventas de nuestro titán.


Nono y la ropita colgada...
Tracy y Jane atendiendo el kiosquito grahamstoniano...
Para ponerle más color al color, también queremos hacer referencia a la sonrisa entrañable de las “mamas” que venden sus collares y artesanías al costado del arco. Entes supremos con corazones de oro, que vagan en la atemporalidad de lo sublime y lo permanente. Postales del alma de Grahamstown... necesarias, elocuentes y muchas veces olvidadas. Absolutamente especiales.
 
Y aunque sabemos que puede ser aburrido para quien lee, les pedimos mil disculpas por extendernos, pero nobleza obliga el repaso de un par de personajes que se consolidaron en la calle: Noizee, la presentadora más hermosa del mundo, Byron, siempre confundido, siempre a la deriva, Gareth, que habla español y dirige una escuela de música en el township, y una pareja de colombianos de Bucaramanga, Jesús y Paola, quienes están trabajando por un par de años para la universidad y que ayudaron muchas veces a Juli acompañándolo y haciéndole sentir que las horas volaban.


Las mamas cubriéndose del sol...
La mama más longeva cuidando el rancho...
Paola y Jesús, los bucaramenios...
Además de la semana, nuestro Travelling Trolly 2.0 salía también de joda los sábados por la mañana, a imponer su vagabunda estampa en el mercado más careta de Grahamstown. El “Old Gaol” era el escenario que observaba arribar a nuestro querubín 50% argento 50% sudafricano y posar con su blanca estampa en terrenos inundados por comidas artesanales, para dar lecciones de carrot cake, chocolate cake, y/o a provocar con sus tartas y sus sándwiches de pollo, atún y jamón y queso. En estas salidas matinales nos hicimos amigos de Virgina y Shane (quiene venden todo tipo de quesos) y Clint y Jaco (mucho pescado fresco). Gente que estuvo siempre atenta a dar las dos manos...


Travelling Trolly de sábado a la mañana...
Para ir terminando de una vez y ya sin más, debo hacer los honores a nuestro Travelling Trolly 2.0 y compartirles sus más íntimos secretos y ventajas. La primera: comer, más que una necesidad básica es un placer, motivo por que si uno le da a la gente comida que le produce placer, ese placer lo terminan asociando a quien la vende, y eso a la larga o a la corta trae muchísimas ventajas. Segundo: se tiene la ventaja de tener siempre comida a disposición y de gastar muchísimo menos dinero por mes en pelotudeces, por lo que resulta un gran alivio para la economía. Tercero: si hay restos de comida, siempre se puede alimentar a gente que lo necesita y que no tiene el dinero para comprarla. En fin...
 
Un abrazo para todos y gloria y honor para el Travelling Trolly 2.0. Hasta la próxima cuando nos traslademos a las fiestas electrónicas de Grahamstown y su cambalache globalizado... ¡Salud!

Cuesta arriba por las calles de Grahamstown...
Manifestación en el centro de Grahamstown...

6 comentarios:

  1. Impresionante para todo lo que da el Travelling trolly 2.0

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  2. Seee... de lo mejor... gracias por leer...

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  3. Genial !!! Se me ocurrió que en el piso de abajo del Travelling Trolly 2.0, que podría pasar a 2.1, colocarìa en el entrepiso hielo y en los espacios entre el piso y el de arriba cortinas plástica transparente para mantener la zona refrigerada para comidas sensibles... Bue.... pa decir cosas estamos nosotros....
    saludos y que sigan los éxitos---
    El hielo puede ser sustituido por los sistemas refrigerantes que se venden para refrigeradoras portátiles. Tienen la ventaja de no hacer agua al derretirse....

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  4. Muy buena sugerencia... le vamos a meter una reedición el año que viene... derecho a la 3.0 con diseño nuevo... Gracias Pablo... Abrazo...

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  5. jajajajaja , son geniales !!! saludos

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