Jinja, un poco de Nilomanía y hacia el cruce fronterizo de Malaba...
El nacimiento del Nilo... |
Antes de que nos viniera a buscar la policía para hacernos pagar toda la comida que debíamos y las cervezas que se habían olvidado de cobrarnos, un día nos despertamos y muy silenciosamente le dijimos chau a Kampala.
Con nuestras inocentes caras de piedra reluciendo bajo un sol que ya estaba haciendo de las suyas, nos dimos a la fuga por la puerta grande del hostal, en busca de alguien que nos depositara en Jinja road, la calle que obviamente conduce hasta Jinja, un pequeño pueblo al este de Kampala, famoso por proclamarse portador y único dueño del nacimiento del río más prestigioso y venerado de la historia de la humanidad: el “Nilo”.
Y... ¿qué mejor que arrancar el día junto a un ugandés buena onda? quien no recogió cuando todavía no habíamos caminado tres cuadras, y como por arte de magia nos depositó en la carretera principal, alivianando así la dificultosa y desgastante tarea que siempre demanda salir de una capital en busca de un lugar propicio para hacer dedo.
Jinja road... |
El animal más venerado por el hombre... un animal sagrado... |
Como el viaje sería muy corto y el día era precioso, nos habíamos dejado poseer por un buen humor que se vio alentado por esa magnífica sensación de libertad que sólo la caja de un camión puede brindar.
Con los pelos al viento, un poco de rock en las orejas, y un paisaje bonito de costado, a la imagen sólo le faltaba una mina en bolas que se nos ponga a bailar. Pero bien sabemos que eso sólo le pasa a James Bond, así que nos conformamos con nuestra felicidad de vida real, y nos relajamos a la espera de que nos anunciaran el arribo a Jinja, lo que finalmente sucedió luego de casi dos horas de viaje y una irreverente lluvia torrencial.
Con los pelos al viento, un poco de rock en las orejas, y un paisaje bonito de costado, a la imagen sólo le faltaba una mina en bolas que se nos ponga a bailar. Pero bien sabemos que eso sólo le pasa a James Bond, así que nos conformamos con nuestra felicidad de vida real, y nos relajamos a la espera de que nos anunciaran el arribo a Jinja, lo que finalmente sucedió luego de casi dos horas de viaje y una irreverente lluvia torrencial.
No tan rápidamente conseguimos un sucucho mal oliente, ya que tuvimos que negociar como diez minutos más de lo acostumbrado. La señora estaba muy dura y no había forma de hacerla aflojar. Tuvimos que hacer uso de más speechs que los acostumbrados, hasta que la intervención y mediación de un viejo genio inclinó la balanza a nuestro favor, logramos llegar a un acuerdo, tiramos los bártulos y salimos a investigar la ciudad.
Todo más que bien con la citadela, aunque hay que remarcar que había zonas llamativamente sucias y mucho olor a pescado podrido que las asquerosas factorias asentadas en los remansos del Lago Victoria no dejan de esparcer. Todo ello, debido a una inescrupulosa explotación del tergiversado ecosistema, (y de su dejadez hasta para limpiar), en el que se introdujo un pez llamado Tilapia, que destruyó completamente el equilibrio natural del lago, dejando como saldo un increíble éxito económico, que como el 90% de las veces, actuó en detrimento de la preservación ambiental.
Una desagradable lástima, ya que el Lago Victoria, tanto desde el lado tanzano, como desde el ugandés, es un despliegue de maravillas visuales que hacen las delicias de habitantes y turistas, repartiendo hermosura, tranquilidad y paz hacia los cuatro puntos cardinales.
Pato hinchado las bolas de las fábricas que afanan pescado... |
Cuervos merodeando la basura de la mierda que tiran las fábricas... |
Particularmente el lado ugandés es una especie de pasarela de las aves más hermosas de Uganda. Uno se puede quedar horas sentado en alguno de los distintos muelles admirando los espectáculos que van presentando las diferentes bandadas sobre las aguas del lago; y que reforzadas por un fondo montañoso que pareciera pintado al óleo, son el complemento ideal de cualquier amanecer y de cualquier ocaso.
En fin, un día nos levantamos y decidimos que era momento de ir al encuentro de un río que de aquí en más, y si todo salía bien, lo íbamos a cruzar un montón de veces más, en diferentes países. Estamos hablando entonces del manantial de agua que da vida a una gran parte del continente, estamos hablando de un río con alto contenido histórico, de un río venerado como un Dios, de una de las fuentes de vida más pro del planeta...
Estamos hablando señores del río mássssss larrrgooooo del mundooooooooooooooooo... Con ustedes y sin más preámbulos... por favor dééémosssleeee la bienvenidaaaaa al ancestrallll, al colosallllll, al protagonista de muchas y muy desarrolladas civilizacionessssss... el increííííbleeeeee, el magnáááánimoooo, y nunca bien ponderadooooooooo... ¡NILOOOOOOOOOOO! ehhh... aplausossssss, gritos, pitos y cornetas...
Hipnotismo... |
Bis... |
El Nilo metiendo presión... |
Para llegar al lugar en cuestión hicimos dedo desde Jinja. Nos llevaron en una camionetita por algunos kilómetros hasta una bifurcación, nos bajamos, y completamos el periplo a pie. El camino por cierto era muy rústico, simpático y agradable, adornado con imponentes árboles y coloridas flores silvestres. Le dijimos hola a Heidi y nos mandamos derecho a ver los rápidos que dan nacimiento directamente desde el corazón del lago Victoria a este loco loco río que hace de las delicias del turismo aventurero.
Digo turismo aventurero, porque la actividad más promocionada in situ es el rafting, deporte que congrega a casi la totalidad de quienes se acercan a este punto del mapa a curiosear; y aunque ninguno de esta troop es fanático de este tipo de actividades acuáticas, debemos decir que observando a la gente desde la orilla, dan muchas ganas de meterse aunque sea por un ratito en algún bote y dejarse llevar por la corriente.
La parte difícil viene cuando te comentan los precios y los bolsillos empiezan a hacer agua. De todas maneras somos conscientes de nuestra empobrecida realidad, y tenemos bien claro que estas cosas no son ni un poco del objetivo principal de este Viaje por África, así que aceptamos nuestro destino con endereza y salimos a buscar alguna forma alternativa de disfrutar del lugar.
Lo más barato, rápido y copado fue ponerse en calzones, aproximarse a los nativos y zambullirse con ellos a disfrutar de las aguas del ancestral río. Logramos así refrescar un poco los cuerpos y ponerle sello a nuestro paso por el lugar.
Para completar un poco más la tarde hicimos una caminata bastante interesante por los senderos que se internan dentro de los campos, asistiendo un poco al movimiento de la vida diaria del lugar... y enterándonos de la construcción de una represa que parece que además de proveer energía, va a inundar una buen parte del área, hecho que sus habitantes repudian bastante, pero que a nadie del gobierno pareciera importarle demasiado... en fin las obras siguen avanzando... ¿Qué pasó con la papelera de Uruguay? ¿Al final contamina o no?...
Señores, sin más que agregar... esta troop deja este maravilloso país, no sin antes decir que es una absoluta maravilla (valga la redundancia), uno de los países más lindos que hemos visitado. Las aventuras que de aquí nos llevamos, van a parar directo a la parte alta de la vitrina de este viaje continental. Nos vamos a probar suerte a la frontera de Malaba, para decirle chau a Uganda y meterle un fuerte abrazo de bienvenida a Kenia... Hasta la próxima... que la represa se caiga y... ¡salud!...
El famoso pájaro abuelo...
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