Durban, Estadio mundialista... Amazulus vs Sundowns y Argentina vs. Seguridad...
Estadio mundialista de Durban recién inaugurado... |
El estadio de Durban era el segundo estadio mundialista que veíamos por dentro, pero el primero en el que asistíamos a un partido de fútbol oficial, que en la previa parecía prometedor... por lo menos eso era lo que gritaba la "popu" de Durban. Se enfrentaban cara a cara Amazulus vs. Sundowns. La entrada para tan dudoso evento costó alrededor de cuatro dólares.
Llamativamente no las vendían en el estadio. Había que acercarse hasta algún punto de venta de una empresa de la calaña de ticketek, pero sudafricana. Literalmente corriendo a último momento por las entrañas de un shopping center logramos hacernos de los cuatro boletitos y meternos en la cancha. Nuestro Rubio querubín, fanático número uno de cualquier cosa con pelota, arcos y once personas pateando, estaba de la cabeza, casi como si estuviera yendo a ver a estudiantes en la final de la libertadores.
Llegando al estadio... |
Beyi: gran protector y benefactor... |
La sensación que se vive en Sudáfrica con respecto al fútbol es bastante diferente si lo comparamos con los domingos futboleros argentos. Una emoción como proveniente de otro deporte. Lo más llamativo y obvio que resalta del contexto, es que no existe una tribuna local y otra visitante. Se distribuyen como más les plazca y se entremezclan compartiendo cervezas y delirándose cara a cara cuando se meten un gol.
No conocen muchas canciones, por lo que alentar al equipo se basa en soplar constantemente unas cornetas (llamadas bufuselas) que te arrancan los tímpanos a pedazos antes de los quince minutos de partido. Que vendan cerveza es algo que nos da mucha envidia, ya que parecería ser que en Argentina sigue siendo poco viable, tanto como sacar los alambrados que separan la "popu" del campo de juego, hecho que colabora enormemente con el sentimiento de cercanía con el equipo y mejora la visual infinitamente.
No conocen muchas canciones, por lo que alentar al equipo se basa en soplar constantemente unas cornetas (llamadas bufuselas) que te arrancan los tímpanos a pedazos antes de los quince minutos de partido. Que vendan cerveza es algo que nos da mucha envidia, ya que parecería ser que en Argentina sigue siendo poco viable, tanto como sacar los alambrados que separan la "popu" del campo de juego, hecho que colabora enormemente con el sentimiento de cercanía con el equipo y mejora la visual infinitamente.
La mirada endiablada... |
Nos ven y se nos ríen... |
Mucho más emocionante y electrizante que el partido, fue el momento en que vimos cómo unos negros grandotes lo agarraban a producción del brazo y lo empezaban a sacudir tratando de llevárselo vaya uno a saber donde, motivo por el que tuvimos que saltar muy rápidamente por sobre los asientos para no perderlos de vista e intentar negociar el rescate. Resultó ser que era la gente de seguridad del estadio, que nos hizo pasar una vergüenza tremenda, tratándonos de indocumentados extranjeros que no teníamos permiso para filmar (lo cual era técnicamente cierto).
Cada vez que querían agarrar la cámara se armaba una discusión entre graciosa y patética, de esas que se ven en la tele cuando los periodistas hacen estupideces y se defienden atrás del: “nosotros estamos trabajando, tenemos derecho a trabajar”... Bueno, ahí fuimos, derecho a pagar nuestras deudas secundados por cuatro monchos gigantes hasta fuera del estadio. Ahí no nos quedó más remedio que llamar a Beyi, quien acudió en contados segundos al rescate, explicó la situación, y dejó al gordo pavote de seguridad con una giganto vena llena de sangre.
"¡Chau gordo! Nos vamos a ver el segundo tiempo"... tratá de relajar la carótida lo más rápido posible. Gordo excedido total. No teníamos permiso, pero tampoco estábamos robando material, ni pensábamos pasar el partido por una cadena de televisión antes del fútbol de primera sudafricano. En fin...
En pleno partido... |
Zzzzz... Zzzzz... |
Más allá de todo, la cámara la tuvimos que guardar, y sentarnos sin chistar demasiado a disfrutar de la segunda cerveza del partido. El pitazo que dio por terminado el partido, sonó más como una especie de despertador que nos decía, que por fin el bodrio había finalizado. Muy rápidamente agarramos nuestras pertenencias, saludamos, agradecimos a Beyi, y nos retiramos silbando bajo y con una corneta bajo el brazo.
Se acercaba el momento de partir hacia nuestras mucho más que merecidas vacaciones. Port St. Johns nuevamente a la vista y entonces... ¿qué más da?. ¡Hasta entonces! y muchas gracias.
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