12 ago 2010

Mutare, Bvumba, Eastern Highlands...

Un lugar en el mundo: Eastern highlands... 
¡Y claro! después de tanta aglutinación de piedras y de ruinas, teníamos que abandonar por segunda vez Masvingo y meternos en los pies kilogramos de adrenalina, para salir disparados hacia algún destino totalmente nuevo para todos... y por lo que se hablaba en el vecindario, valía la pena intentarlo.

Así fue que una cálida mañana de Julio metimos todos nuestras minucias en las mochilas nuevamente y nos fuimos a buscar algún transporte que nos haga el favor de ahorrarnos una caminata de cinco días...

Y lo logramos, y nos subimos bien empaquetados y felices dentro de esos huevitos horrorosos llamados Shapas, que la única sensación que despiertan es de incomodidad, mientras te sumergen en incógnitas varias. Cuando los choferes responden que el viaje va a durar tres horas, ya se sabe y se asume que van a ser por lo menos seis, y aún despúes de haber viajado en mil combis distintas, uno sigue sin tener la más mínima idea si realmente va a llegar. Fabuloso.
Estado natural... ruta...
Dedo relajo...
Pero se llega, aunque casi siempre de noche, momento en que se ves las sombras  de unos extranjeros con varios bultos, movilizándose rápidamente para conseguir datos básicos de precios, lugares, y comida. Y todo se termina pagando sólo con esa inmensa y cálida sensación de entablar el diálogo con los habitantes de Mutare, mientras uno cae en cuentas que el lugar es totalmente nuevo, y que ya lo está vivenciando y disfrutando. La sonrisa se despierta en el alma y cosquillea por dentro, y de repente de tanta risa interna, te dan ganas de llorar, y la explosión ya no se hace esperar...

Toda esa adrenalina que llenó la partida y se condensó durante el viaje, encuentra la salida. Al cuerpo lo recorren varios segundos de éxtasis y felicidad, que uno sabe que a la larga van a ser estados muy difíciles de suplantar. Como si una especie de líquido espeso que tiñe las venas, quizás de color blanco, se esparciera a gran velocidad acomodando todas las céeluas, reparándolas y llenándolas de vida, para luego perderse en algún posible atajo al alma.

Centro cívico de Mutare...
Belleza... todo belleza...
Por los caminos de la vida...
El exacto punto medio...
Nos instalamos en el Caravan Park luego de una negociación muy favorable. El primer día lo destinamos a caminar. Nos tomamos la tarde para visitar el mercado, la oficina de turismo, y requisar las aventuras y las actividades en los alrededores de Mutare. Así fue que tuvimos que decidir entre cataratas, montañas, animales, reservas naturales, campos de golf, museos, casas de arte, cine y otra buena infinidad de huevadas.


Esos momentos irrepetibles...
Insondable... Inacabable...
Una casa realmente privilegiada...
Al final hicimos de todo, pero si hay que arriesgar, vale la pena decir que la más destacable fue la visita a las montañas en el área de Bvumba, un lugar que paraplejiza la respiración, cada vez que se observa el paisaje. Mientras comtemplábamos la vida desde lo alto, me llamó mucho la atención una especie de "secta" religiosa de tono católico o evangelista, pero que estaban tan convencidos por el concepto de "iglesia", por lo que se dedicaban a bailar, cantar y orar, pero al pie de alguna montaña y al aire libre. La religión sin iglesia me parece definitivamente un concepto incuestionable.

Cada caminata que encaramos, tanto fuera como dentro de Mutare, estuvo teñida de un sentimiento de infante descubriendo el mundo. La cámara registraba todo muy frescamente, y el sol no se cansaba de tirar las coordenadas hacia donde teníamos que caminar... Hasta que llegaba la noche, y volvíamos a cocinar a la luz de las leñas en el Caravan Park, y ese cansancio lindo se arrimaba al fogón a ocupar su lugar, y revoleaba historias y enseñanzas sobre las últimsa horas... se consumían con la leña... y de a poco la luz se apagaba, con una sonrisa que se acordaba que al amanecer todo volvería a comenzar.

Esquina de minibuses en Mutare...
Caminando con la banda...
Los peques se divierten...
La cebra coqueta...
Zimbabwe es un lugar distinto, tanto por su gente, como por su estilo de vida, arquitectura, arte y producción cultural. Quizás también por el orgullo y por la honestidad de su gente. Zimbabwe está golpeado, desabastecido y con un pasado de mierda, pero es de esas sociedades que por lo menos tienen la valentía y el honor de saber que si hay que morir, es mucho mejor de pie. Aunque sigan colonizados económicamente, aunque su presidente tenga pensado continuar con sus mandatos fraudulentos, y aunque le sigan tirando a matar, hay algo que se ve a simple vista y es que nunca le van a poder robar su dignidad.

Fotitos y alguna que otra cosa más...


Rachel con el regente del Caravan Park...
Se me enredan todos los sentimientos...
Hotel al aire libre...

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