7 mar 2011

Karima, Jebel Barkal y Bedford... el camión inmortal...

Jebel Barkal...
Y luego de no mucho más que disfrutar de las increíbles imágenes que regalan los pueblos árabes del desierto y de la compañía de tan tremendos anfitriones, le pedimos a los cien nombres de Alá que no nos dejara morir deshidratados entre las dunas, y nos mandamos a mudar. Esta vez con el objetivo de alcanzar el pueblo de Karima, ubicado a unos trescientos kilómetros de Atbara, famoso por contar entre sus atributos a las ruinas de Jebel Barkal, que básicamente consisten en una montaña ("Jebel" en árabe), depositária de muchos mitos religiosos de la cultura nubia, (del tipo “dentro de la montaña vive un Dios que... o fue encerrado un Dios que...”), y de una serie de pirámides, un museo, y un monasterio que son los animadores y principales atracciones del evento.

Dedos inolvidables...
Bedford, el camión inmortal en el desierto...
¿Qué es todo eso cheee?...
Nilo en la ruta...
De Atbara nos sacó el nunca bien ponderado e infaltable chino, que siempre es un gusto volver a ver, y que siempre despierta la curiosidad por saber qué anda robando; y aunque mucho no pudimos entender, se dirigían hasta una fábrica de cemento que se estaba armando a unos veinticinco kilómetros de ola ciudad. Fija que estaban envueltos en el provechoso evento.

Mientras se reían con claro sarcasmo chino, pero como siempre impunes y adorables, nos convidaron un pucho y nos dejaron en el lugar con menos densidad poblacional de África. Una intersección sin nombre, en la que muy probablemente, con el agua que teníamos, no aguantaríamos más de dos sin transformarnos en lagartos y morir.

El sol estaba empezando a subir, y la única sombra la proveía el típico cartel cuenta kilómetros rutero, que enflaquecía dramáticamente con el correr de los minutos. Estábamos en esas situaciones dónde nadie habla mucho y lo único que resta es esperar, pero esa forma apurada de esperar... sentimiento nefasto si los hay...

La pandilla de los Bedfords...
Facha 100%...
En la caja del eterno... cruzando el desierto...
Juli y Jebel Barkal...
Mientras “esperábamos apurados”, frenó una camioneta de la nada, el conduictor me llamó y me regaló un atado de puchos... "¿A vos quién te manda? ¿Dios?... Muchas Gracias”. Luego de un par de segundos puso primera y desapareció, seguramente para cumplir otros deseos por el desierto. Como todos los vehículos que pasaban, agarró para el lado de la fábrica de cemento. Todos iban a buscar cemento, hasta los enviados del señor.

Pero para el regocijo y la satisfacción de nuestros sentidos, y el orgullo que nos aflora desde lo más profundo del corazón, todos los camiones que doblaban en la intersección en busca de cemento eran Bedfords, y acá perdón por los tecnicismos, pero... todos lindos... con los rodamientos traseros modificados a 1200, impecáblemente pintados en el típico turquesa/celeste, casi totalmente originales.

Las cabinas intactas, caja de cuarta, ese pintoresco y más que simpático tanque de nafta, y ese canchero cartel identificatorio en el capot. Algunos hasta tenían el ventilador del radiador de metal. En mi vida vi tanta invasión del camión más inmortal y estupendo que creó la General Motors, y que alguna vez en un pasado no muy lejano, nos supo dar una vuelta de casi un año por latinoamérica.

Vos tranca capo...
Juli entre sandías...
Español y camión refrescándose...
Nada para agregar...
Veníamos sorprendiéndonos con su inmaculada presencia desde Kenia, aunque en Sudán son una invasión tremenda, por lo que las rutas aún están llenas de mística Bedford... que extiende muchísimo más nuestro amor, devoción y fanatismo por el camión más eterno jamás creado por la mano del hombre. Juro que se me pianta el lagrimón... un recuerdo, y Dios, Alá, y los miles dioses del olimpo, conserven a nuestro Bedfy rodando aún por alguna ruta Argentina. Ya nos vamos a volver a encontrar. Dejamos una fotito a modo de homenaje y a la memoria de la mole de rodar. Motor de hierro... corazón de Bedford...

Bedfy en Venezuela... adentrándose en el Amazonas...
Y como no podía ser de otra manera ¿quién sino un Bedford nos iba a sacar de apuros? Pará Cacho que se me caen las medias, los mocos y las piernas me empiezan a flaquear. ¿Quién, repito, nos iba a sacar de acá sino era un Bedford? Hacia rato que no subía tan feliz las cosas a un camión. Qué ganas de manejarlo, cagar a trompadas al árabe, chorearlo, e irme hasta Siberia. ¡Qué lindo camión!, que máquina infernal, que espíritu rutero, que amigo del alma. ¡Vamossss el Bedforddddd carajoooooo! Gloria, respeto y honor al camión eterno.

Jebel Barkal y sus pirámides...
Mucha puerta en el desierto...
Un cementerio en Karima...
Y llegamos a Karima luego de muchas horas y de varias aventuras desérticas que incluyeron: árabes buena onda, árabes mala onda, gente que nos abandonó en el calor más inhumano del mundo, otros que nos salvaron. En definitiva, a Karima llegamos en la caja de una camioneta luego de atravesar uno de los paisajes más solitarios e impactantes de nuestras vidas, de parar a rezar varias veces con los musulmanes y de aguantar un calor que provenía del mismo infierno. Qué se yo... Karima está buenísimo, las pirámides y todo el rollo de Jebel Barkal: increíble, pero ¿qué quieren que les diga?, me acordé de Bedfy y sinceramente no hay pirámide ni lugar en el mundo que me haga flashear más.

Así es que entonces me doy la licencia para dejar este relato en cierta forma inconcluso. Disfruten de la fotos que están muy buenas. Hasta la próxima y gracias por acompañar...

Che... ¿para dónde vamos?...
Amigos de la zona...
Desde lejos...
Qué suerte que pasó una camioneta por ahí...

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