23 mar 2012

Varanasi, una de las siete ciudades sagradas y un giganto flash cósmico...

Varanasi 100%...
Nos sumergimos durante una larga cantidad de horas en los asientos de un tren que casi no nos iba a dejar dormir, y que ciertamente sería testigo de un intercambio de ansiedades y desórdenes emocionales que arrastrábamos hace largo tiempo. A la excitación de la llegada de la Rubia, se le sumaba que estábamos casi arribando a uno de los puntos de máximo interés para casi cualquier persona que visite la India: la ciudad sagrada de Varanasi.
 
El tren se demoró un poco más de lo esperado, pero apenas entrada la mañanita nos encontramos desembarcando en la estación principal... Y sucedió que ya no éramos cuatro, sino que junto a la compañía de Ruchika, una india autóctona de Nueva Dheli que venía a conocer y a pasar el fin de semana en la misteriosa ciudad, contábamos cinco almas intentando encontrar alguna zona propicia para el hospedaje.

Lo primero que nos sorprendió fue lo grande que es Varanasi. Aún no sabemos muy bien porqué, pero nos veníamos imaginando un pueblo místico y tranquilo... y nada más lejos de la realidad; o más bien todo lo contrario: una ciudad muy grande, muy ruidosa y superpoblada de personas, autos, rickshaws, olores, comida, religión, muerte y vida . La estación de tren a la que llegamos se encuentra una buena cantidad de kilómetros de la zona céntrica y del evento definitivo y magnánimo que define a Varanasi: los ghats que corren a lo largo del sagrado ríp Ganges.

El Ganges y la tremendamente bella ciudad de Varanasi...
No entiendo más nada...
Fede y Ruchika tomando mate...
Así fue que con todos nuestros equipajes nos amuchamos en un rickshaw, y apenas un par de minutos antes de deshidratarnos, ya nos encontrábamos en zona intentando encontrar el sucucho más barato de todos; recorrida que encaramos junto a Federico, y que nos llevó mucho más tiempo del esperado. Finalmente encontramos una pieza con ventilador, que además contaba con las cinco camas necesarias por esos precios indios que siempre resultan mucho más que convenientes. Tiramos todo adentro entonces, y salimos a comernos un flash cósmico supremo, que empezó en el primer segundo y que muy probablemente nunca terminó...

Para situarlo un poco a usted que está del otro lado, hay que sacar a la luz un dato de máxima relevancia para entender de qué estamos hablando. Varanasi es una de las siete ciudades sagradas del Hinduismo, como así también, del jainismo y del budismo. Pero lo importante más allá de todo, es que según la tradición hinduista, quien muere en Varanasi o a sesenta kilómetros a la redonda, es librado del ciclo de reencarnaciones, y por ende, todo se vuelve felicidad y se queda absuelto de tener que lidiar con cualquier tipo de vida en un futuro. ¿Usted quiere vivir para siempre? Gran cantidad de indios no...

La familia tomando un baño sagrado en el Ganges...
Mucho Hinduismo en una pared...
Juli atrapado por un masajista en alguno de los ghats...
Por otro lado, la abrumadora mayoría de los creyentes de los creyentes hacen uso de sus aguas visiblemente contaminadas para purificar sus pecados. Se bañan en el río principalmente en horas de la mañana, momento en que se muchos turistas realizan un típico e ineludible paseo en barco por enfrente de los ghats, para adornar un amanecer estúpidamente bello y místico, con otro montón de hechos llamativos que escapan al entendimiento de la mayoría de las culturas occidentales.

Pero para esto faltaba, y lo que queríamos primero que nada era caminar y mezclarnos entre tanto cambalache y tanto color. Varanasi una vez que te fumaste uno con todos tus amigos y una india moderna experimental, se transforma en un carrusel que da vueltas y más vueltas, y que no encuentra la manera de frenar el éxtasis y la diversión. De nuevo... y por millonésima vez, ese sentimiento infinito e inacabable de sorprendernos con todo lo que se nos puso en el camino, fue lo que asomó durante el primer día de caminatas por cualquier recoveco que eligiéramos.

En Varanasi la densidad poblacional de vacas es mayor a la de humanos. La cantidad de turismo es abrumadora, las calles son todas, y una por una, una gran aventura que no se sabe en qué o cuándo termina. Callejones que serpentean sin rumbo por una incontable cantidad de rincones... llenos de moscas, llenos de bosta y llenos de todo tipo de comestibles y basura en estado de putrefacción.

 Una caminata por las callecitas de Varanasi...

A su vez, plagados de tiendas que venden saris, vestidos y todo tipo de cualquier cosa que se pueda enmarcar en el rubro textil. Ancianos que se encuentran esperando la prometida "muerte final", personas corriendo con cadáveres hacia los crematorios, pobreza, un montón de comida, de frutas, de jugos, de lugares que no se entienden que son... Gran oferta de opio, marihuana, hachís, heroína y cualquier otra cosa que a uno se le antoje. Todo, todo junto, todo nuevo, todo tremendamente llamativo y conviviendo en un medio ambiente que parece estar siempre al borde de algún tipo de explosión.

Por otro lado quisiera afirmar que más allá de todo lo anteriormente expuesto, Varanasi es una ciudad para caminar incansablemente, para mezclarse, para intentar espiar atrás de los agujeros, en los huecos, para charlar con cualquiera, para dejarse llevar por la mezcla de olores que constantemente exasperan los sentidos. Varanasi es una ciudad que sin perseguirte te atrapa, que sin buscarte te encuentra, que sin amarte te deja una agujero en el alma...


Atrapados sin salida...
Ghat de Dasaswamedh antes de la ceremonia...
Colaboran a ello su mística, su condición de ciudad sagrada, sumadas a su arquitectura, su distribución espacial, su color, la basura, su amabilidad, sus templos... Casi todo hecho específico en Varanasi invita a una pregunta, a una duda, y a un estado indefinido de la realidad con el cual experimentar, jugar, y por ende, divertirse. Una vez entonces que nos sentimos inundados y rebalsados por este pedazo de flash hinduista 2.0, y que logramos superar la primera etapa de estupefacción, fue que decidimos armar cuatro más y embarcarnos en esto de "hacer zoom" y entregarnos al análisis sesudo y meditabundo de la idiosincrasia de la ciudad.
 
Así fue como todos juntos de la mano e inundados de risas y sonrisas que tendían al infinito, la agarramos a Ruchika y nos metimos en algunos de los eventos memorables de esta parte de Viaje por Asia 1.0. Lo más relevante lo que a templos se refiere fue la visita al “templo dorado”, lugar del que salimos con las típicas marcas en la frente, pero en el que por suerte, no nos pidieron dinero por ningún concepto. Más allá de un par de monos que se pasean como panchos por su casa (como en varias partes de India) y una arquitectura no del todo espectacular, lo interesante fue presenciar cómo se desespera la gente por conseguir un espacio frente a las figuras de las deidades más significativas, o para tocar piedras, y otros eventos religiosos no indentificados.


El diablo con tridente y un amigo buena onda...
Vista de lo más popular de Varanasi...
Ghat de Mani Karnika, lugar de cremaciones...
La nota de color y de risa la dieron los policías que estaban de guardia en la puerta del predio del templo, quienes sacaron a relucir una enfática sexualidad  principalmente dirigida a la Rubia, pero que sospechamos que también se hacía extensible hacia alguna parte masculina del grupo. Nunca lo sabremos, pero ciertas caras debo decir que son difíciles de olvidar... en fin...

Para continuar vibrando al ritmo de un hachís de muy buena calidad, pusimos rumbo hacia las ceremonias que se realizan enfrente de los ghats de Dasaswamedh y Man Mandir, que son un pire diario poco indescriptible, que se da libertades alrededor de las siete de la tarde, y que en principio mezcla humo, fuego, y tomatas de agua del Ganges. También acompañan musicalmente instrumentos como tambores, campanitas, velas y candelabros, que tienen por fin rendir homenaje al río más sagrado de la India.

Ceremonia diaria frente al Ganges...

Las ceremonias están inundadas de peregrinos de todos los rincones de la India, aunque justo el día que asistimos, también llenas de extranjeros que se los devoraba el personaje... de los que la más destacable y la que se llevó el premio a la boludez inexcusable, fue una hippie que se sentó en medio de la multitud, probablemente en el lugar más visible, a pretender meditar... Una atrevida que intentaba cerrar los ojos y mostrarle al mundo su extremo poder de concentración... 

Un desperdicio y una lástima, porque lamentablemente estaba muy fuerte, pero se le habían pegado las neuronas y se le había formado un masacote jodido que la mantenía en actitud de comportamiento exagerado. Una pelotuda a cuadros. Hasta los indios la miraban asombrados... ¡Poechitaaa! La ceremonia un lujo total, aunque quizás podríamos criticarle un poco la duración... Muy larga para el poco poder de concentración en un mismo evento que tenía en aquel momento.

Así que... como el tiempo vuela y la vida se acaba rápido, y teniendo muy en cuenta que no nos queremos morir sin hacer una lista gigante de cosas que tenemos anotadas, decidimos que era tiempo de seguir todo lo que se pueda, y luego de comer algún tentempié y meternos algunos litros de agua y bebidas de la India, nos fuimos a presenciar otro de los eventos estrella de Varanasi: la cremación de cuerpos en el ghat de Mani Karnika.


Cuerpos que se van al inframundo en Mani Karnika...
Ceremonia diaria...
¿Qué decir de este novedoso evento? Empecemos por lo obvio: observar concienzudamente varios cuerpos recientemente perecidos quemándose todos juntos es definitivamente un flash. Pero a lo que a mí respecta es sólo un flash producido por la relación que se tiene con la muerte en el mundo "occidental", que para ser honestos, es nula. El mundo "occidental" se empeña clara y frenéticamente en anular, esconder y negar la muerte.

Entonces para esta troop criada y crecida en esa bobera, procesar de repente cuerpos maltrechos y semi pútridos que se van evaporando directamente en frente de sus ojos, y van dejando huesos al descubierto, mientras se les desprenden extremidades que alguien se encarga de devolver a la montaña de llamas, es un poco chocante. Pero pasada la primera impresión y los primeros quince minutos de flash, y considerando y tratando de absorber esa parte de la cultura que se nos ha visto bastante negada y escondida, concluimos que nos parece mucho más natural que lo que hacemos nosotros.
 
El fuego con que el se enciende la cremación es portador de varios mitos. Nos llegaron a decir que hace unos cinco mil años que no se apaga, cosa que parece un delirio, pero debo decir que razonando y razonando es muy factible que así sea. Se realizan rituales alrededor de los cuerpos... Familiares, maridos, etc., tienen los roles bien definidos y comportamientos que no vamos a describir por falta de espacio, pero en los que vale la pena indagar. El ambiente nocturno del ghat es sublime, un espacio de comunión y de reunión, mucha tranquilidad y la intensidad de varias almas que se van evaporando en el aire.


Espectacularidad india...
Nuestro Bang-Lassi benefactor en Varanasi...
Obviamente el aire está cargado de un misticismo despampanante, que relaja un poco sus niveles si uno fuma menos, y si es la segunda o tercera vez que se lo visita. Hay simbolismos hasta en la cantidad de leña que se utiliza. Si no se dispone del dinero para comprarla hay algunos recursos de amparo disponibles. Un lugar precioso y ciertamente muy sagrado. De lo más sagrado que vi y experimenté después de los hongos alucinógenos y mi dios: honguito...

Para ponerle la corona a un día rey, nos fuimos con toda esta cantidad de imágenes transmitiéndose de neurona en neurona, a perdernos en un paseo nocturno por diferentes partes de Varanasi, para ver si lográbamos bajar un poco de tanto estímulo y tanta información. 

Para finalizar debo hacer alusión al famoso paseo en barco. No sé cómo calificarlo. ¿Chistoso?, ¿bizarro?, ¿fumón?. Quizás todo junto. Nos levantamos a las cinco de la mañana totalmente en contra de nuestra voluntad, y lo que básicamente sucedió fue que nos excedimos en el tamaño del porro que nos armamos... Encima fuimos en ayunas... ¡Fiuuuuuuu!... De lo manija que quedamos no podíamos siquiera arreglar el precio. Ese paseo en barco fue nada y todo a la vez.


Manivela...
Manija y manivela...
La supuesta comitiva de National Geograpichs...
Fiuuuuu....
Se escucharon frases como: “Mirá, mirá... Son los de la National Geograpichs...”. Vimos pasar gente mirando televisión en una canoa. Nos ofrecieron cosas de barco a barco... Mientras la gente se bañaba y nos miraba pasar desde las orillas del Ganges, la Rubia gritaba: “Eso es un brazo... Mirá ahí... Flotando... Eso es un brazo...”. A Fede parecía que los ojos se le iban a salir del cuenco craneal. Creo que el indio que remaba le llegó a preguntar si se sentía bien y le recomendó irse a dormir. Por mi parte, si hablaba me reía como un idiota... daba cierta vergüenza. Por último Juli sacaba fotos a cualquier cosa menos a lo importante. No sé... El evento que supuestamente es estrella en Varanasi, para nosotros fue el mejor chiste desde que nos volvimos a juntar. Un paseo que seguirá navegando en los distintos estados de mi mente.

Después de todo esto, comentar sobre el festival de música, las vueltas en moto, y tanta información descolgada y archivada, ya no tiene sentido y lamentablemente carece de lugar... Pero debo decirles que si de algo no nos cansamos en Varanasi, fue de pasarla bien. Nos despedimos de todo el mundo y quedamos a disposición de cualquier que quiera hacer preguntas... Seguramente no las vamos a saber responder. Nos vemos en Agra cuando este viaje bicontinental pise la tercer maravilla del mundo en el mismo recorrido: hacia el Tah Majal señores... ¡Salud!...

Ganges espiritual...

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