24 ene 2012

Israel y Palestina. Un documental desde otra perspectiva. Heart Beat, Mitzva Ramon (Segunda parte)…

Mucho, demasiado, una cantidad de montonazo abrumadora...
Si tuviste una noche medio inquieta por tanto que resta hacer, y si además de eso, pasaste un poco de frío porque la bolsa de dormir no fue suficiente abrigo, entonces despertate, saltá de la cama y dejá que los rayos del sol guíen tus pasos hacia una de las vistas más impresionantes del desierto del Negev. En el acantilado que da a la inmensidad, es el lugar donde se puede encontrar calor y redención...

Nosotros en vez de bufarrear tan abruptamente, nos fuimos derecho al comedor comunitario, donde para calentarnos encontramos infusiones de todo tipo, pan casero, y una gran variedad de complementos nutritivos tales como frutas, cereales, mermeladas, manteca y el típico humus. Ahí le dimos rienda suelta a nuestros estómagos, porque sabíamos que se venía un día de muchas actividades y de entrevistas locas. A esta altura no nos importaba cuánto tuviéramos que trabajar, sino cuánto deberíamos escuchar, incorporar, procesar y pensar.

La cámara se había levantado con nosotros, y nunca más se apagaría hasta el día domingo. Mientras escuchábamos las primeras directivas de la boca de Aaron (las cuales eran prolijamente traducidas al árabe por Tamer), armábamos nuestro propio cronograma de actividades que sí o sí deberíamos producir y registrar. Realizamos además una exhaustiva lista de entrevistas que aglutinaban a las personas que considerábamos más carismáticas de ambos lados de la historia, y sin muchos más preámbulos, nos lanzamos a mezclar trabajo con placer de una manera totalmente impúdica y desvergonzada.

Guitarra, charango y cámara...
Gemelos palestinos raperos y Fede trabajando...
Heart Beat haciendo lo que más sabe...
El primer trabajo consistió en ver como hacíamos para multiplicarnos, ya que con sólo tres personas, lo propuesto parecía utópico. El segundo, fue introducir a cada uno de los integrantes de Heart Beat a la cámara, cosa que parece fácil, pero que siempre produce cierta inhibición y reticencia. El tercero, encontrar los mejores escenarios y situaciones como para que las cosas queden bien enmarcaditas. Luego de esto, resolver asuntos de sonido, anular un viento que se encargaba de arruinar constantemente todo, y conseguir que las personas no se nos congelen mientras realizábamos las entrevistas. Por último, ver como resolveríamos el tema de la ensalada de idiomas, cómo realizaríamos las preguntas sin herir susceptibilidades, y cómo nos aseguraríamos de lograr respuestas interesantes y coherentes con la temática y el enfoque del documental. Les puedo asegurar que para tres días de rodaje, esto era una ecuación de tercer grado.

Pero aunque parecía sumamente difícil de resolver, teníamos algunos factores a favor. El primero era la predisposición de cada uno de los chicos y de cada uno de los adultos de Heart Beat. El segundo era la alegría que reinaba en el ambiente, lo cual siempre hace las cosas mucho más fáciles, y por último, la notoria necesidad de todas las partes de expresarse sobre asuntos que tiñen su realidad diaria.
La cúpula mayor del proyecto explicando operativas a seguir...
Toco lo que quieras...
Si algo une además a los integrantes de Heart Beat aparte de la música, es la convicción y la creencia de que a través de ella, se puede demostrar que la paz y la convivencia entre Israel y Palestina son posibles, y la cámara entonces se insertaba directamente en el corazón de ese deseo para amplificar estas voces que necesitan sí o sí, ser escuchadas. Las primeras entrevistas costaron un poco, pero luego de las dos primeras, todos se notaban mucho más interesados, y para el tercero o cuarto, ya teníamos a toda la troop esperando su turno y con una excitada predisposición.

Así el trabajo se hizo un poco más liviano y relajado, y a su vez, se intensificó inmerso en un contexto inundado por una vasta gama de instrumentos que no paraban de armonizar notas, acordes y sonidos extravagantes desde todos los costados. Mientras nosotros entonces nos dedicábamos a tratar de retratar el cuadro de trabajo y de opiniones, el equipo de Heart Beat se dedicaba a hacer lo que más sabe: producir música.

Fogón imaginario...
Trabajando y disfrutando...
Haciendo tomas del desierto del Negev...
Rap palestino en el desierto...

Las jornadas fueron intensas para todas las personas implicadas en este embrollo, y todos a su vez, tuvieron que dar lo máximo de sí para llevar las cosas a buen puerto. Para los chicos resultaba difícil el hecho de seguir instrucciones de lo más experimentados, quienes les enseñaban que no alcanza con ser virtuoso para ser buen músico, y con esta premisa, sumergían sus ganas de “zapar” y sacaban a flote ejercicios más metódicos de trabajo en conjunto que eran los que más ajustaban sus gestos.

Para compensar la rigidez de todo este taller diurno, todas las noches se daba rienda suelta al delirio y a la ocurrencia, y en términos humanos, esos eran los momentos de gran comunión y de desfachatez, donde cada uno hacía, tocaba y cantaba lo que más le gustaba. 

Así es que una de estas noches se armó un lindo fogón, en donde se vieron mezclas de los estilos y de los instrumentos más llamativos. Violines que guiaban raps, charangos que escupían rock, tambores, pianitos, guitarras eléctricas, cornetas, pitos y matrakas.

Todos juntos, todos sonando sin parar. Una gran dosis de covers muy conocidos que se cantaban al unísono, recetas mágicas que mantenían todas las sonrisas activas y mil intercambios de miradas que reforzaban la pasión que se expresaba en cada nota. Una comunión de músicos israelitas y palestinos aglutinados alrededor del fuego, disfrutando de la vida como si nada pasara, realmente olvidando las diferencias, y entendiendo y demostrando que la violencia, definitivamente no es el camino.

Fogón demasiado real...
Musicalizando todo... hasta la comida...
Quilombo emocional 10.0...
Para nosotros significó vivenciarlo, que aunque sea parecido, nunca es lo mismo que leerlo o escucharlo. La experiencia siempre da ese touch que complementa y cierra los conceptos y el conocimiento, y hasta me atrevería a decir que es el hecho excluyente que definitivamente los incorpora. Nos sentimos felices de sentir lo que ellos sentían, de ser observadores y a la vez parte, y de llevarnos de todo eso la esperanza de que las cosas que parecen más imposibles, aún cuentan con una posibilidad.

Una de estas noches, vino a participar y a dar una charla, otro músico que estuvo largo tiempo implicado desde el mismo ángulo en la lucha por la paz, Mark Smulian. Mark dio un pequeño taller de música por el lapso de dos horas, y completó con el apoyo y los consejos de la experiencia.  Un tipo de unos cincuenta y cinco años de edad, acompañado por su mujer, ambos portadores de conocimientos profundos y de los lineamientos históricos del conflicto. Por momentos cansados y desesperanzados, y principalmente preocupados por “la irresoluble situación de la estupidez humana”.

Mark desparramando experiencia...
Heart Beat haciendo un tremendo esfuerzo por escuchar...
Así fue que llegó el domingo, y con él, la ansiedad de todo el equipo de ver cual era el resultado final de este encuentro. Nosotros seguíamos enloquecidos tratando de no perdernos nada, intentando completar las entrevistas, peleando con un reloj que no descansaba. Los chicos pulían sus trabajos, chequeaban alternativas, cambiaban instrumentos. Los grandes organizaban las últimas actividades de la jornada, y así, fue llegando el momento más emotivo.

Antes de todo esto, Aaron tenía planeada una caminata por la ladera del cañón que da a la más hermosa de las imágenes del desierto, y para esto, en un momento pidió la pausa de toda actividad, y todos los que estábamos allí, nos lanzamos conjuntamente a ese momento de relajación. Aaron manejó todos los tiempos, guiando una caminata cuyo objetivo no era solamente admirar el paisaje, sino que sirvió también, para dar lugar a una charla conjunta y sincera sobre las sensaciones que cada uno de los integrantes había obtenido de la experiencia.

Heart Beat haciendo un tremendo esfuerzo por escuchar...
El desierto del Negev invadido de Heart Beat...
Fede siempre a la cabeza con la cámara...
Una foto eterna...
Nos sentamos en círculo con vistas al vacío, y de a poco, empezaron a resonar toda una gama de emocionantes declaraciones que se hacían los unos a los otros. Aaron aprovechó el momento para reafirmar los valores y las consignas del proyecto, y se aseguró de dejar bien en claro porque y para que existe Heart Beat. Fue un momento de comunión eterna, de la que fue testigo la sórdida inmensidad del desierto.

Volvimos para almorzar, y luego de recargar energías, sólo restó enchufar los amplificadores y dar la puntada final a uno de los fines de semanas más lindos del viaje. La paz, la belleza y la armonía, empezaron a demostrarnos su existencia. Compases, sonidos y comuniones extrasensoriales que trascendieron el lenguaje musical, el lenguaje corporal y el lenguaje gutural. Formas espirituales que atravesaron las paredes de la necedad y que llenaron un infinito desierto de esperanza y redención... de alegría... de ilusión... solamente de sensaciones lindas... Estética pura del valor, de la lucha y de la unión... y canciones que pedían, que gritaban y que reflejaban lo bello de albergar una esperanza...

El desierto del NegevMitzva RamonIsrael...
Aaron agradeciendo a esta humilde troop...
Aaron y Fede... dos potencias...
Que no termine nunca...
Heart Beat en toda su expresión...
Nosotros tuvimos la suerte de estar ahí, de presenciarlo, y hoy, de poder relatarlo... Vale la pena pedalear sin rumbo... Definitivamente vale la pena... Tenemos que tirar el corazón por la ventana para decir gracias a esta gente linda de Israel y Palestina, gracias Heart Beat, gracias por todo lo que nos regalaron y gracias por todo lo que nos cuidaron. Seguiremos apoyando este proyecto de la forma que podamos, y le pedimos a ustedes que están del otro lado, que colaboren y lo difundan. Vale la pena seguir luchando por la paz...

Para finalizar: gracias Israel y Palestina, gracias a un nuevo país que nos llenó de conocimientos, que nos despejó miles de dudas, pero que por sobre todo se abrió constantemente de la mejor de las formas. Ahorremos los detalles, chequeemos las esencias, y tratemos de una vez por todas en este mundo, de volver a recobrar la forma humana. Empecemos a pedir respeto y recobremos de a poco la dignidad perdida. Intentemos entre todos parar los intereses que dominan no sólo esta parte de la tierra, sino todo el mundo. Después de ver todo esto, seguimos convencidos que se puede.

Hasta pronto... Nos vamos yendo a la frontera de Jordania nuevamente, pero esta vez, con otro documental abajo del abrazo. Aplausos para el incansable Federico Marcello que dirigió impecablemente... Nos vamos a pelotudear... Saludos...

Agradecimiento especial a Nihad Awidat, que nos facilió la mayoría de las fotos que ven en este post y el anterior.

Y la banda siguió tocando para el más pequeño del grupo...

2 comentarios:

  1. hermosa experiencia chicos!!!!
    como los envidio , esas cosas te parten la cabeza, sigan publicando
    besos miles july querido
    tia clauddia

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    Respuestas
    1. Ya se viene la segunda parte... Gracias y muchos besos...

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