19 oct 2010

Moshi, contrastes del turismo millonario y sus consecuencias...

Vista del Kilimanjaro desde la ciudad de Moshi...
Luego de cerrar uno de los capítulos más lindos del viaje, y de vernos atrapados en un par de aventuras con un gay musulmán millonario que nos quería dar carne por popa a cambio de pagarnos hoteles y desayunos extravagantes, esta nueva banda compuesta por dos argentinos y un español, decidió abandonar Dar Es Salaam antes de que nos vengan a buscar extremistas islámicos y nos hagan un buraco en el ojete.

Así fue que entre pitos, flautas y demás elementos fálicos no satisfechos, arrancamos rápidamente hacia la siguiente ciudad que nos albergaría: Moshi. Uno de los epicentros turísticos del país, la base para escalar el Kilamanjaro, para visitar algunos de los parques nacionales más famosos y costosos de África (Ngorongoro, Serengeti, Manyara, Tarangyre, etc) y sede de una larga rabia e impotencia grupal que duraría aproximadamente diez días.

Pero la historia empieza bien, con una llegada de lujo en horas nocturnas, luego de un extenso día de viaje que no presentó inconvenientes comentables (de no creer), y que nos depositó en un pueblo que a buenas y primeras se veía tranquilo y ameno.  Por menos de los cuesta un rico chocolate, nos encontramos casi instantáneamente instalados dentro de un sucucho de mala muerte, agradeciendo a uno de esos locos que te guían "de onda" por los recovecos de la ciudad. Solo restó irnos a descansar para clarificar los estados de ánimo para la mañana siguiente.

Los que no pueden faltar...
Por desgracia, a la mañana siguiente Moshi empezó a mostrar una de sus peores facetas, que lamentablemente nos acompañaría durante toda la estadía, y cuyos protagonistas son todos y cada uno de los insoportables que te quieren vender toures y no te dejan poner un pie fuera del hostal... y que no te paran de atosigar, que no tienen fondo... Si no es un tour, es marihuana, sino una remera, sino una pintura, sino un curso de manejo, sino una chica, o una puta... qué se yo.

Cada una de las personas que se acercan a saludar repiten el famoso "Mambo" con una sonrisa falsamente incrustada, dejando entrever colmillos chupasangre, imagen que se repite constantemente durante los primeros días, CONSTANTEMENTE, y sí señores, hasta en los lugares mas insólitos... si me pongo a recordar me ofrecieron toures hasta meando en el baño más sucio.

De tour por alguna jungla bananera...
Pero a pesar de esto, y sabiendo que los precios de los toures se pagan como promedio 150 dólares por día, decidimos alinearnos con Moshi y sus habitantes bajo el lema: "si no puedes con ellos, úneteles..." e hicimos un arreglo con la empresa de turismo que se encuentra dentro del hostal, para que nos diera comisiones y un minitour gratis a la base del Kilimanjaro, a cambio de llevarles turistas y gente que estuviera interesada en pequeñas aventuras animadas de ayer y de hoy. Sí, actitud tortilla, panqueque... todo lo nos imaginemos vuelta y vuelta...

Logramos juntar rápidamente un grupo de ocho alemanas y le vendimos un tour de cuatro días a dos israelitas, por lo que en cuestión de dos horas ganamos algunos buenos dólares y el viajecito gratis al pueblito. Esto fue lo mejor que nos pasó en los dos primeros días de la estadía en el fantasmagórico pueblo y una de las peores vendidas del alma al diablo del viaje. No estuvo tan mal... logramos mantener los modos y la amabilidad intactos.

Pasado el momento de gloria, el diablo metió un poco más la cola y todo fue en declive sin remedio. Comenzó con un robo perpetuado por una gorda mala que sustrajo nuestra preciada cámara de fotos (en léxico policial) directamente dentro de nuestra habitación, y se dio a la fuga de la forma más impune, por la puerta principal del hotel y frente a las narices de todos los empleados. Todo en un lapso no mayor a quince minutos... "pasame las criollitas..."

A partir de esto nos chocamos contra las miserias más grandes de Tanzania, las que se pueden enumerar sin repetir y sin soplar de la siguiente manera: despreocupación, falta de solidaridad, inoperancia policial, fuerte ignorancia, fea inocencia, y un sinfín de gente de mierda y con mala voluntad que no supo dar una sola respuesta de porqué alguien desde dentro del hotel, puede abrir una puerta cerrada con llave, entrar, hurgar y salir como pancho por su casa.

Juancito en medio del paraíso tanzano...
Para gritar cartón lleno, tuvimos un intercado con otro policía, quien le quiso "plantar" marihuana a parte del grupo para pedir algo de plata a cambio... una especie de pasaje directo a la inocencia, miseria e ignorancia de la policia directamente a los ojos. En fin, la cámara igual se fue, y con ella, la posibilidad de terminar exitosamente una parte de las cosas que teníamos como objetivo durante el viaje...

No sin una gran y profunda pena, que sumada a la partida de parte del grupo, dejaron devastados los ánimos y muy desesperanzada por algunos días a nuestra beligerante psiquis. Así fue que pasamos algunas jornadas casi sin hablar, tragando saliva y bronca, esperando algún milagro que en lo más interno de nuestros corazones, sabíamos que nunca iba a llegar...

Esperando el milagro...
Más allá de todo esto, y justo en el medio de este sentimiento desconsolado, nuestros días pasaron frente a un colorido mercado de frutas y verduras, intentando vender algun tour para sacar alguna cometa, y conociendo a gente como Jimmy Carter, el negro vende tour más inteligente de todos, que fue el único que supo darnos un buen trato y descolgarnos algunas sonrisas.

Conocimos un grupo de israelitas muy buena onda, compartimos algunas tardes de café con Imannuel (un alemán que estaba desarrollando un proyecto hospitalario en la zona), y conocimos el hospital público en busca de pastillas para la malaria. Pasamos algunas de nuestras noches aparcados en la puerta de un lugar llamado "La Liga", que funciona como centro de entretenimiento nocturno para Mzungus (blancos) y algunos otros personajes de la zona. Tomamos algunas cervezas en un boliche lleno de extranjeras que buscaban pitos negros, y lleno de negros que buscaban blancas que se los lleven a vivir a otro país.

En caída libre...
Un policía nos invitó a fumar unos porritos y nos terminó contando las "jugadas" de guita que le hacían a los extranjeros. Se reía medio del todo con bastante impunidad, agregándole la cuota de bizarrez faltante a la situación. El tipo parecía tener muy buen corazón para ser policía, y muy mala educación por el mismo motivo. De tan maltratados que estaban los ánimos, no podíamos ni abandonar la ciudad. Los días se iban en gran parte leyendo, tomando café gratis en la recepción, y charlando con la más variada galería de caras y personajes...

Alemanas y cataratas para apalear la mala onda...
Fueron los peores días del viaje sin lugar a dudas y se puede decir a grandes rasgos que Moshi vive del turismo, que los contrastes que se producen entre el que paga 1000 dólares para escalar el Kilimanjaro, o 150 dólares por un día de tour, con los tanzanos que van en busca de las migajas que se caen por el camino, son una de las cosas que más nos revolvieron las tripas en África.

Todo ese contraste destapa y desnuda tanto el desinterés y la falta de comprensión de los turistas que se acercan hasta aquí, como así también el usufructo, la falta de conciencia y de solidaridad, la ignorancia, la necesidad y la miseria a la que se ve sometida una ciudad que día a día lidia con estándares de vida que jamás va a poder alcanzar. Así se desnudó este pequeño pueblo de Tanzania y así lo tenemos que recordar: con pena, con bronca y con el dolor de ser ese lugar que nunca queremos volver a pisar.

Una vez que el humor soltó la pena de la pérdida de la cámara y los ánimos se empezaron a equilibrar, decidimos exiliarnos a un pueblo más chiquito llamado Karatu, inserto directamente en el corazón de los parques nacionales, para ver si de alguna manera bien barata lográbamos conocer alguno. La aventura sigue... esperamos que los ánimos averiados de a poco se terminen de arreglar. Hasta la próxima...

Al agua patooo...
Los alrededores de Moshi...

1 comentarios:

  1. que lastima lo de la camara loco! espero que sigan bein. abrazo

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