Hue, Vietnam, entre confusiones varias, mercados y ciudades imperiales…
Vietnam, Hue, una Ciudad Imperial...
Decidimos no desviarnos hacia la parte norte de
Vietnam, por lo que luego de retirar la visa por el consulado, salimos al trote a conseguir algún transporte que nos llevara hasta las inmediaciones de la ciudad de Hue. La idea era simplificar un poco la ruta de
viaje, por lo que Hanoi y la Bahía de Halong quedaron tachados hasta
algún posible regreso. Estábamos atravesando una difícil coyuntura, que a través de una muy tentadora propuesta de trabajo en Nigeria, había puesto virtualmente en riesgo
la continuidad del viaje. Esta propuesta a su vez, y por algunos otros motivos, me hizo reflexionar y reaccionar
que tenía que ver a mi familia, ya que habían pasado algo más de dos
años desde el último encuentro en Egipto. Por el lapso de unos veinte días
entonces, estos dos asuntos se hicieron muy presentes, agregaron un par de kilos extra en la mochila, colaboraron al desgaste de las energías, y le restaron una considerable
porción de libertad mental al viaje. Bajo la dictadura de este contexto, y con muchas más dudas que
certezas en el corazón, le tuvimos que decir chau a Gonzalito y nos trepamos a un colectivo-cama que nos sacaría de Luang Prabang.
Consulado de Vietnam en Luang Prabang... (No a las fronteras, divisiones, etc)
Estación de buses en Luang Prabang...
No seguíamos viajando a dedo por un par de motivos...
Primero, porque si uno se toma el tiempo para buscar bien, los colectivos cama son
realmente baratos. Este hecho hace que lanzarse a la ruta sea una aventura que
puede costar un poco más cara entre comida y básicos varios, y que a su vez,
puede demorar más tiempo. Segundo, aunque el dedo sea la mejor forma de viajar, a nuestra forma de ver, sólo es provechoso cuando se está con tiempos bien flexibles y mentalmente a la deriva. La realidad es que en aquel momento de nuestras vidas, luego de filmar la
película en China, y de lo mencionado en el párrafo anterior, no teníamos la
energía ni la voluntad necesaria para sentarnos en la ruta a esperar y a batallar con el sudeste asiático. Lo
escribo en voz alta para expresar públicamente esa pena que a veces
se reaviva de no haber tomado la decisión de librarnos de las circunstancias... y más que nada de nosotros mismos.
Por los caminos de Vietnam...
El viaje hacia la frontera lo recuerdo entre sueños,
entre varios abrir y cerrar de ojos, absolutamente sedado por las emociones y
el cansancio. La ruta era muy oscura y solitaria. La humedad piqueteaba el
ambiente. De a ratos las luces internas del colectivo se encendían y
alumbraban la cara de un Vico que me miraba lleno de dudas... y con cierta
dificultad para moverse con soltura. Estábamos muy guerreados, y
la única y gran buena noticia, era que estábamos juntos, muy dispuestos a llevar nuestro
karma adelante. Esa es una de las sensaciones y uno de los sentimientos más puros
que puedo rescatar de esta específica parte del viaje. Batallando un poco a la
africana, pero en Asia. De la única manera que sabemos viajar: llenos de
incógnitas, de necesidades básicas insatisfechas, pero alimentados por ese
motor de vida que empuja y puja sin parar...
Finalmente atravesamos una confusa frontera que despotricaba en
varios idiomas, pero en la que rápidamente nos estamparon los pasaportes y nos
dejaron pasar. Conseguimos un poco de agua caliente para café y algún pancito
para reducir los ruidos estomacales. Luego de otro rato de ruta el colectivo finalmente
llegó a Hue. Sin ninguna piedad nos
abandonó en el medio de alguna calle a eso de las cuatro de la mañana. Todavía no había
una sola luz prendida, ni personas caminando, ni hoteluchos abiertos, ni motivos
reales para vivir. Esperando pacientemente y acurrucados sobre nuestras mochilas,
fuimos testigos de una penetrante quietud nocturna que alimentamos con un extenso
ping-pong de conjeturas sobre la vida... Hasta que en algún momento nos
sorprendió nuestro primer amanecer vietnamita, casi ordenándonos callar y salir en
busca de algún tipo de destino, que mucho mejor si tenía un lugar para dejar las
mochilas y tirarse a dormir. Luego de un rato de averiguaciones y de estricta
obediencia, arreglamos nuestra estadía en un bonito sucucho, bien al fondo a la izquierda de
algún memorable callejón.
Bihn Duong... El sucucho todo terreno en Hue...
Durante el primer día no hicimos mucho más que salir
a chocarnos de frente con la intensidad de la energía Vietnamita. Hue parecía envuelta en una atmósfera
completamente distinta a la de cualquier ciudad de Laos. El tráfico era mucho más intenso. La
cantidad de motos por metro cuadrado, infinita. La gente era más orgullosa, más
“pilla”, más "despierta", y mucho más abrumadora en número. Comerciantes natos en
todo aspecto y en todo momento. Hue, durante las primeras horas nos regalaba una más que interesante impresión de la personalidad y el carácter de Vietnam.
Un memorable choque de frente con la hermosa realidad de Hue...
Intensidad del tráfico en Hue...
Hue, una ciudad activa y siempre alerta...
Anárquicamente ordenada. Muchos
mercados, muchos puestos callejeros, muchos comerciantes de ilusiones, y su
inconfundible aroma a comunismo. Los gritos del día, la hiperactividad del
hormigueo del centro, y la tranquilidad y el apaciguamiento en los barrios
periféricos luego de la caída del sol. Todo se sentía mucho más parecido a lo
que estábamos buscando. Hue parecía pertenecer a ese selecto grupo de lugares que
instantáneamente se te amoldan al cuerpo como si estuvieran hechos a la medida.
Mercado central de Hue... Los sentidos se relamen...
Aroma a comunismo...
Hue a medida...
Para darle profundidad y rumbo el recorrido, nos dejamos
llevar hacia una de las actividades y atracciones más relevantes: “La Ciudad
Imperial”, lugar sobre que el que pueden indagar por ustedes mismos en este link. También puedo ampliar y
concluir en que fue un paseo muy agradable, teñido por una cierta desilusión de
que más allá de su valor histórico, estaba muy restaurado con mampostería un
poco trucha y mentirosa. Caminamos por el predio entre herramientas, andamios,
pintura, y una buena cantidad de obreros que intentaban recobrar el espíritu de
lo que el tiempo se llevó.
Patio central de la Ciudad Imperial de Hue...
Distintos edificios en el interior de la Ciudad Imperial de Hue...
Detalles de la arquitectura...
Puerta trasera de la Ciudad Imperial...
Probablemente lo estaban haciendo con muchísima
fidelidad, aunque nunca pude dejar de ser consciente que estaba asistiendo al espectáculo
de una maqueta un tanto artificial de lo que alguna vez fue, hecho que definitivamente y a mi modo de ver las cosas, le resta un poco de intensidad a la experiencia. Como dirían en el barrio: “Me
la baja un poco”. De todas maneras, y mucho más allá de estas réplicas del
pasado, una impecable llegada a Hue, un gran día de descubrimientos y de mucha
diversión, y la gran satisfacción de un nuevo rock vietnamita. Mucho más no se puede
pedir. Esperamos hayan disfrutado las primeras fotos. Le damos la infaltable bienvenida a Vietnam y lo invitamos a que nos encuentre nuevamente en el próximo capítulo.
Estamos necesitando recuperarnos del viaje y dormir... Muchas gracias por leer.
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