De regreso a Octubre de 2013 desde Octubre de 2014… (Un relato sin fotos...)
Sin un estandarte de mi parte... Te prefiero igual... Internacional... |
Hacíamos todo lo posible por evitar historias y
catarsis ajenas, que además de chuparnos un huevo, nos parecían una creación
propia de mentes que no tienen nada que hacer con su día. No había caso, los
que no saben qué hacer con su día o no quieren hacer el esfuerzo necesario
para lo que dicen que quieren hacer de su vida, se habían convertido en plaga.
De esos personajes que centran la atención en vidas ajenas, y proyectan su
realidad en los demás, con esa segunda intención de sentirse acompañados en la
desdicha o de generar empatía en el éxito. Había otros que se "panquequeaban", y
llenos de miedo y de impotencia, salían disparados exactamente en la dirección opuesta
a la que juraron que jamás iban a correr. Y me quedo acá porque ya es demasiado,
pero la exposición de algunas personas resultaba absolutamente innecesaria y
vergonzosa.
En medio de este contexto donde me estaba
sintiendo mejor sólo, que enfermamente acompañado, el guionista se las ingenió
para complicarla un poco más. No vaya a ser que pasemos esta etapa de locura
sin que nos quede una buena cicatriz que exhibir orgullosos, esperemos, en un
futuro no muy lejano. Así fue que, justo cuando estábamos remontando nuevamente
el barrilete, el guionista elucubró y entretejió energéticamente una red de
hechos que derivarían en la llamada más inoportuna, y a su vez, más esperada de todo
el año... “Pablito, ¿podemos hacer un Skype?”. “La puta madre Federico. Ya lo sé
todo. No te puedo creer ese tono en la voz”.
Un guionista de la vida... Federico en el papel de "El Zorro"... |
Justo cuando nos estábamos curando del cansancio, de las
energías de la gente loca; justo cuando estábamos comiendo bien y recuperando peso
y energía vital. Federico Marcello, un afamado
y brillante guionista de la vida real, había desparramado sólidos argumentos
por lo que tenía que desconectarme de todos mis sueritos imaginarios, y tomarme
un puto avión que cruce el condenado Océano Atlántico, para ir a meterme en la
locura de stress y de ansiedades que genera producir un rodaje de una
película. La concha de todas las loras del planeta. Eso sí que fue ponerse
chalecos antibalas, cerrar los ojos, y salir a responderle y a negociar con el
destino... que por algo el hijo de la muy puta se dedicaba a incomodar constantemente.
Te quiero destino.
De esos momentos en donde hay que desprenderse de
los planes, de algunas expectativas, y de otro montón de sistemas y forradas
cerebrales, para salir así, todo débil y cagado a palos a reconstruir la
realidad. Fascinante... horrorosamente difícil, pero fascinante. El concepto
“volver a Argentina” me parecía salido de un cómic de contenidos nefastos. No
me quedó otra que empezar a darme autopalmadas en la espalda y a decirme: “Dale
loco, vas a ver a tu vieja, vas a ver a tus amigos y vas a comerte un asado
grande como una casa... Toca el Indio, vas a volver a ver al Indio, vas a caminar
por la estación de Coghlan, que es la más linda de Capital Federal, y
seguramente vas a conocer a gente piola y sumar un poco más de experiencia en
algo que todavía no sabés. Vas a volver a ver a la gente de China. Dale
campeón... a dignificar un poco la historia”... Y me creí todas estas mentiras hasta
tal punto, que fui y me compré un pasaje de avión.
No había tiempo para nada más
señores. Fue una nueva lección para terminar de entender que en cualquier
aspecto de la vida hay que tener cuidado con lo que uno genera, porque después
siempre viene la parte de hacerse cargo. Y esa parte generalmente no siempre entiende
de formas, de momentos, o de timings; simplemente continúa su curso natural
por donde se le antoja. La decisión de volar a Argentina, a su vez marcó el final de la época de oro de “La Casa Latina”. En exactamente un
mes volveríamos a habitarla, para ya nada sería igual. Obviedades...
Todo pasó así de repente, pero muy real. ¿Qué le
vamos a hacer amigos? Hay búsquedas inconscientes que nos tuercen el destino y
que hacen que las expectativas terminen fuertemente volcadas en una sola y
cómoda mentira que parece contenernos y que nos resulta cómodo creer. Pero eso por ahora
no importa, porque en definitiva no es un problema de este blog. Déjenme
llevarlos por el lapso de un post hasta Argentina. Venga, lea, acérquese al
fogón... que en este post no voy a hacer más que presentarle a gente maravillosa.
Siéntase mucho más que bienvenido...
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