Siem Reap, motochorros y ladrones varios...
Village Garden Guesthouse... Lo mejor y más barato del turismo en Siem Reap... |
La gente que se sube a un taxi sin averiguar nada me
resulta difícil de entender. No sabía si sentirme pobre y desdichado, o el
último eslabón de la resistencia revolucionaria anti tachero. Por suerte esas sensaciones
extremistas duraron solo unos pocos segundos. En un momento me acordé que lo que realmente no
me gusta es regalar la plata, y mucho menos aún caer en la arrogancia cuando la
utilizo. Confirmamos que estábamos a cuatro kilómetros del centro de la ciudad,
y con ese dato en la cabeza, nos pusimos a negociar el viaje con uno de los pocos
motonautas que se había quedado sin clientela. Cuando logramos un precio "semi
justo", nos montamos en su corcel motorizado y nos mandamos a mudar.
Centro turístico de Siem Reap... |
Algunos motochorros y algunos laburantes... |
Turnándonos, dimos vueltas por cada una de las opciones
hoteleras de Siem Reap, entre las que no encontramos nada por menos de siete dólares por
persona. El único lugar que ofrecía camas a un dólar la noche era el Garden
Village Guesthouse, que como era lógico de esperar, estaba totalmente desbordado de gente.
A pesar de ello, logramos que nos dejaran tirar las mochilas en uno de sus
armarios, y nos anotamos en la lista de espera para la mañana siguiente. Con el
tema del alojamiento en stand by entonces, salimos a intentar poner fin a nuestra
desnutrida y famélica realidad.
Compramos todo lo factiblemente masticable que encontramos en “Huy Meng
Minimarket”. Todavía me acuerdo del nombre... y de esos sándwiches de jamón y
queso que no veíamos desde el verano del 92’. Jugos, azúcares, carbohidratos, lípidos,
proteínas, minerales, todo lo que pudiéramos tragar. Muchas cadenas químicas de
vida, transformadas en bocados ricos y nutritivos. Con la panza llena y el corazón
contento, no nos quedó más que nos lanzarnos a la búsqueda de un rincón con la menor
cantidad de mosquitos posibles, para intentar descansar durante las cuatro
horas que faltaban para el éxodo matutino de turistas.
Recepción del Garden Village Guest House... |
Habitaciones baratas... |
Zona céntrica... en la esquina el "Huy Meng Minimarket"... |
Con la mente estancada en un perpetuo estado alfa, recuerdo empezar a soñar con que alguien me revisaba la riñonera. Recuerdo también que el sueño se
empezó a hacer intenso y desesperado hasta llegar a ese punto en el que uno se
auto fuerza a despertarse para evitar que la amenaza del sueño se consume.
Estaba durmiendo boca arriba, con la espalda recostada en el banco de piedra.
Cuando entre abrí mis pegoteados y cansados ojos, muy implacenteramente me topé con una cara de un extraño camboyano respirando muy cerca de la mía. Mientras mis
pupilas intentaban hacer foco, noté que la expresión de esa cara empezaba a entender que se había metido en problemas. Desde la frente hasta la pera, los gestos se le fueron ajustando
uno a uno y en cadena...
A su vez, la mano que parecía ser parte del mismo cuerpo que aquella cara, efectivamente
estaba hurgando dentro de mi riñonera. Como consecuencia del cagazo que me
produjo despertarme en Siem Reap con la cara de un desconocido tan en primer
plano y hurgando entre mis cosas, mi realidad se frisó por un instante. En la
cara del desconocido también se notaba una especie de congelamiento culposo que quedaba a
la espera de alguna reacción poco amistosa, por no decir, bastante violenta. La
expresión se podría describir como el típico: “Oh, Oooh. Me pareció ver un lindo gatito”.
Para romper un poco el hielo y conocernos mejor, lo primero
y único que me salió fue un grito de alarma que conjugaba sorpresa, miedo, violencia
y sed de venganza en partes iguales. Luego del grito me incorporé y salté sobre el intruso con esa
furia que brota sólo en esos momentos en que obligatoriamente se debe reaccionar muy rápido; y en la que por no saber cuál es la exacta situación que se está enfrentando, uno se dispone a utilizar toda la violencia que sea necesaria. Por suerte entraron de lleno un
par de toques en diferentes partes de la cabeza, y la situación se terminó
rematando con dos o tres patadas al pecho y a la moto en la que se pretendía
escapar. El "amigo" rápidamente tiró la toalla y se quedó inmóvil y sumiso al costado
de la calle.
Para esa instancia Vico y Martín ya se habían
incorporado para frenarme la desesperación por cometer actos de violencia más
encarnizados. Por suerte Vico, mientras se hacía cargo de la situación, me pegó dos gritos y me ordenó retirarme. El tipito tuvo la mala suerte que se le caiga el celular al piso. Lo levanté
y me lo puse en el bolsillo. El “mano larga” me empezó a pedir que por lo menos le devuelva el
chip, y como soy un tremendo pelotudo, pasé de un sentimiento de bronca extrema a una
absurda e inexplicable semi-compasión. De todas formas
decidí no devolverle nada. Muy amablemente le pedimos que se retire y le
pusimos punto final a la situación.
El mercado nocturno... |
Puestos de chucherías turísticas... |
Estábamos muy cerca de cerrar un buena parte del recorrido que nos habíamos propuesto post filmación en China. Empezábamos lentamente a respirar una de esas victorias muy costosas y muy trabajadas. Como muchas otras veces, era momento de dejar que todo se transforme en aprendizaje y en sentimientos a través del tiempo. Para coronar esta etapa que nos llevó por algunos vericuetos del sudeste asiático, sólo restaba decidir entonces qué día visitaríamos Angkor Wat.
Hasta esa maravilla del mundo es donde nos llevará el próximo capítulo. Lo invitamos, lo esperamos y gracias por leer.
(Algunas de las fotos para ilustrar este post fueron bajadas de internet)
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