Un inolvidable primero de noviembre, Gastón “Tabletita” Sesma se
despertó anunciando que se rodaba escena 15, 16 y 17. Había mucho nervio, mucha
inexperiencia, mucho peliculicidio en el ambiente. A su vez, agarrado de la mano, juntos a la
par, asomaba ese sentimiento de concreción de algo, de la acción, de un sueño que se ponía en marcha en el centro del corazón del barrio de Ta Tou, ciudad de
Xiamen, provincia de Fujian; declarando y reafirmando que: en
aquella parte de China, un grupo de sudacas inconscientes y con pocos papeles, que jamás llegarían a ponerse de acuerdo en cuál sería la siguiente comida,
tenían la osadía, la testarudez, y hasta la arrogancia, de gritar en conjunto y
al unísono: “Luz, Cámara, Acción”.
Primer grito del rodaje... Momento momificado...
Insólito, extravagante e impensable. Créanmelo, como
salidos de abajo de una roca a decir “Ni Hao”, como si estuviéramos en el mundo de
Chihiro, esa mezcla de ácido lisérgico con hiperrealismo extremo 3.0 y algunos touchs
de “pasame el chaleco de fuerza que hay gente perdiendo el control”. Cada vez que
repaso en mi memoria las imágenes de aquel primer día de filmación en China, el
cuerpo se me pone de gallina y salgo aleteando a lo Mick Jagger en dirección a
lo desconocido. La cantidad de cosas que tuvieron que suceder para que ese mágico
momento se hiciera posible son indescriptibles e infinitas. La cantidad de horas y de trabajo
invertido también. Pero por sobre todo, la cantidad de fuerza necesaria para
creer en algo, para darle forma, y para hacerlo suceder.
Salido de abajo de una roca a decir "Ni Hao"...
Realidad - Irrealidad con un toque de chaleco de fuerza...
Como si el caradurismo fuera poco, permítanme
confesarles que Fede y quien les escribe íbamos a actuar, o más bien, decir cosas enfrente de
una cámara tratando de meter un gesto acorde a lo que decía el guión que tenía
que suceder. Solamente Federico Marcello puede imaginarse y confiar en tales despropósitos.
Si uno quiere agregarle al proyecto de filmar una película en China, sin permisos,
sin plata, y nula experiencia en aproximadamente el 60% del equipo, un poco más
de papa: ahorre en actores y meta al primer carapintada que se le cruce en cada
toma. Las chances de que salga bien son pocas, pero aunque usted no lo crea, existen.
Increíblemente eso de “actuar” no era algo en absoluto imposible, y a pesar que el primer día estuvo lleno de papelones y falta de experiencia, con el
correr de las horas, el caradurismo se fue afianzando y las cosas empezaron a
salir muy bien.
Actuación, caradurismo y ¡Good Show!...
Para empezar a descontar las primeras escenas del plan de
rodaje, nos tuvimos que mover como hormigas obreras por los alrededores de la
hermosa e inconmensurable ciudad de Xiamen durante un total de dieciocho días.
Filmamos en un hotel en Tatou, en el BRT, en un Colectivo de línea, en la casa
de Cook (nuestro dealer y amigo), en la ONG, en el restaurant al frente de la ONG, en el
mercado de Biyan y Siming, en la terraza del edificio, en un ascensor, en un boliche,
en una mansión, en un parque de diversiones, en un barco, etc., etc., etc. Se
podría escribir un libro con la cantidad de anécdotas y la cantidad de novela
emocional que le metimos a todas esas experiencias. Lo que más recuerdo es que
casi no dormíamos y que la sarna que tenía pegada al cuerpo me estaba
arrancando pedazos de piel todos los días. Una infección horrible y decadente que hizo de yang en uno de los momentos más intensos y memorables de nuestras vidas...
Con los amigos de la inmobiliaria...
Casa de Cook, dealer, compinche y amigo...
En el barco... a punto de naufragar...
En el hotel de Ta Tou... Pedazo de equipo...
Momo en la terraza del edificio...
Pero no todo era novela, ya que también había
personas del mundo real que nos balanceaban las energías con constantes
lecciones de integridad y solidaridad. Una de esas personas fue Anselmo, que un
día apareció con una moto eléctrica haciendo uno de los aportes más útiles a nuestra poca capacidad de movilización. A partir del invaluable gesto, podíamos ir
al mercado a comprar la comida, o a cargar agua en la mitad del tiempo y con la
mitad del esfuerzo. Podíamos resolver cualquier problema que surgiera en el
rodaje mucho más rápida y efectivamente. Nos podíamos mover ante cualquier
infortunio o necesidad imprevista y salir a la búsqueda de cualquier cosa que
se necesite. Anselmo no paró de brillar, desparramando empatía y bondad en una
línea constantemente ascendente.
Vico estrenando la moto eléctrica de Anselmo...
Rodando con los motoqueros...
Eugenio Donatello y su fugaz reticencia, pero su gran corazón. ¡Qué tipo lindo y complicado a la vez! Lo importante que tengo para agregar es que
siempre estuvo ahí en el momento necesario y siempre puso todo de su parte para
traducir, para contactar, para guiar y hasta para actuar. Tardamos algo así
como cuarenta minutos y treinta tomas para que logre decir correctamente la
frase: “Administración de Comercio e Industria”. Cada una de ellas fueron momentos inolvidables
que se quedaron vagando entre mercados y más mercados en Ta Tou. Eugenio estuvo
ligado desde el primer día al proyecto, y su ayuda para todo el grupo de
producción se cataloga como inestimable.
Eugenio intentando repetir el libreto en Ta Tou...
Tesoros de esta primera etapa también... toda la
comuna chilena de Xiamen: Alfredo, Connie, Max, Cote, Maca y Guille, además de
Rodney y Stevens, que también se entregaron con toda su solidaridad y buen
corazón a rescatar a esta banda infrahumana de la desidia y el fracaso. Cada
uno de ellos hizo su gran aporte para que las cosas siempre vayan hacia
adelante. Desde una olla a una mansión, desde un delivery de Pizza a un porro,
desde una fiesta digna de Versalles a una sonrisa o una comida hecha con amor.
No sé, todos se proyectan al infinito en su entrega, y agradezco y atesoro constantemente
el encuentro con cada uno de ellos.
Por último la infinita luz de Momo, el rock star
chino más filosófico y tierno que uno pueda encontrar... y toda su banda: Nicky,
Mantou, Guo, Cook. Todos los personajes que iban y venían con esta banda, incluidos
los perros, le pusieron mucha frescura, mucha distensión y una gran cuota de
chinismo a nuestros días; y en muchos otros casos, también cuestionaron y
pusieron de manifiesto los errores y las formas, haciéndonos rever y reafirmar,
principalmente Momo, algunos de los valores que estaban circunscriptos desde un
principio en el espíritu del proyecto. En ese sentido creo que el aura, la
estrella y la simplicidad de Momo y su pandilla, son el valor más atesorable y
más genuino que a mi criterio encontramos en Xiamen.
Momo, su perro y su montón de integridad...
Internamente y a nivel grupal, las peleas y los
quilombos siempre iban en aumento, pero de alguna forma u otra nos las
ingeniábamos para que el cronograma se siguiera cumpliendo casi a rajatabla. A
pesar de todos los desencuentros, también se puede decir que casi todas las
personas dejaron todo para que las cosas sucedieran en tiempo y forma. Eso es
lo más importante y lo más rescatable. Cuando un ideal supera a los individuos,
el ideal se transforma en un sentimiento de unión que energéticamente no puede
ser aniquilado; por lo que puede que todos estén esperando el momento de poder cagarse a
trompadas, pero en general, y salvo horrorosas excepciones, todos esperan a ver
primero la experiencia transitada, el proyecto terminado y el ideal realizado. Las partes que le
dan vida al todo. Esa certeza nunca dejó de llenarme de orgullo y de inyectarme
otro poco más de pasión para cualquier tipo de futuro.
Luego de transcurridas las primeras dos semanas, ya
estábamos todos deformados del cansancio, pero habíamos acumulado experiencias
indisolubles en cualquier concepto de tiempo. La noche que filmamos con la
filarmónica de Xiamen sea posiblemente una de las más memorables, como así
también el día que salimos en la camioneta con las gallinas, y sólo por dos o
tres metros, un camión con acoplado que había perdido el control, no nos pasó
por encima. La noche del boliche 1801, haya sido posiblemente una de las más
enfermas y heroicas a la vez, y caímos en el pozo ciego de la fortuna
el día que filmamos en la Mansión de Stevens.
Terminando las tomas con la Filarmónica de Xiamen...
A minutos de rodar en el boliche 1801... Maru maquillando todas las imperfecciones...
En la mansión de Stevens... Abismo y rock aparte...
Explicándole a todos los extras chinos qué es lo que tenían que hacer...
¡Que no se pare de rodar!... Parque de diversiones de Xiamen...
Nobleza obliga a aclarar que menos Fede, Gasti y Alan,
todo el resto del equipo estaba escabio y muy loco desde las once de la mañana con quince horas de rodaje por delante. Fantasmagóricos recuerdos de travestis,
heterosexuales, homosexuales, modistas, budas y mejor no soltar tanto la lengua.
Me retiro por el momento. Soldado que huye sirve para otra guerra, aunque no me
puedo ir sin hacer cuernitos al aire y exclamar: ¡Cuánta cantidad de
inolvidable y eterno rock! Gracias a todos una vez más. Abrazos y hasta la
próxima. Lo que se viene es la segunda parte del rodaje... Pase, mire, vea...
0 comentarios:
Publicar un comentario